Víctor Ilich

Jesus Christ Superstar Live Arena Tour: la visión de Judas

Ad portas de Semana Santa, en cuarentena preventiva, tomando audiencias por videoconferencia utilizando la hoy famosa plataforma Zoom con todas sus vulnerabilidades de seguridad, que es solo una demostración más de la vulnerabilidad humana, hallé este fin de semana Jesus Christ Superstar Live Arena Tour (2013), un filme musical con una puesta en escena que llama la atención por la contingencia actual y el contexto contemporáneo en el cual se insertó la obra de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice.
Por otra parte, fue un final de marzo difícil, de adaptación al teletrabajo, sin las condiciones dispuestas y probadas previamente, con desafíos técnicos y de logística que surgían en un nuevo escenario, y a lo anterior se sumó el recuerdo de esa imagen que acercó el fiscal, cual zoom a la cámara digital, durante la audiencia de control de detención y posterior formalización por femicidio. La imagen de la muerte con todo su horror. Pensé: no es tan solo una mujer menos, sino una madre menos, una nieta y una hija que no estará, una amiga, una vecina, un forado finalmente en la red familiar y social.
Y al escuchar la pregunta de Judas en el musical: “¿Cómo no viniste en otro tiempo y lugar?”. Y ese coro que cual látigo fustiga el despropósito: “De qué ha servido tu sacrificio”. Pensé en los hijos de esta nueva víctima.
Qué duda cabe de que son tiempos difíciles, tiempos violentos y engañosos: tiempos de descrédito y desconcierto. Y si para algunos Judas es el arquetipo del traidor, también lo es de ladrón, ya que, según el relato evangelístico de Juan, estaba a cargo de “la bolsa”: dinero para cubrir necesidades de los discípulos y su maestro.
Cuenta la historia bíblica que Judas sintió remordimiento y se ahorcó. Y reparan otros en la diferencia que existe con el arrepentimiento, con el cual comparten el común denominador de la culpa y en algunos casos de la vergüenza. Pero afirman que en un caso esa culpa lleva a la muerte y en el otro al cambio de rumbo, al cambio de mentalidad y a procurar la reparación del mal causado, con mayor celo a mayor daño.
Pobre Judas, dicen otros. Solo sé que todos los Judas han tenido una posición de confianza. Por eso hay quienes afirman que el llamado es a saber en quién confiar. Aprender a leer a las personas se ha vuelto vital en la era de las redes sociales, donde la red está dispuesta a captar nuestra atención.
Y en medio de las preguntas del Judas de Lloyd Webber y Rice, preguntas que se propagan como el virus del despropósito, recordé el libro de Daniel y su determinación. En tiempos difíciles y violentos, de hornos de fuego y fosos de leones, el espacio para la tibieza y la cobardía puede ser fatal. Escuché que ser resoluto en tiempos de aflicción impide la confusión.
Es cierto, somos libres de escoger y conformarnos con la visión de Judas para, al final del camino, sea pronto o tardíamente, sentir el sabor del remordimiento o de la autoconmiseración. Y si el infierno son los otros, como diría Jean Paul Sartre, el cielo ––dicen–– siempre son unos pocos, un remanente, en principio aquellos que atesoran nuestra confianza. Eso Judas no lo valoró en su momento.
Y si fuese cierto que el cielo y la tierra pasarán, y que hay palabras que no se las llevará el viento, entonces no resulta tan descabellado prestar atención a las palabras que interpretara Daniel: MENE MENE TEKEL UPARSIN. El que busca, halla. Y el que busca lo que no debe, lo que encuentre es sin llorar.
Porque en el reino de las malas decisiones, nuestra soberbia, orgullo y prejuicios usan muchos disfraces, y la ley de las excusas y del mínimo esfuerzo son imprescriptibles.

Víctor Ilich (Santiago de Chile, 1978). Abogado y Juez de Garantía en la región chilena de O´Higgins. Poeta y ensayista, autor de más de una docena de obras literarias, tanto reflexivas como poéticas. Algunas de ellas han sido prologadas y comentadas por destacados académicos como Hugo Zepeda Coll, Thomas Harris y Andrés Morales. Entre sus obras se puede citar Infrarrojo, poemario presentado por el académico, escritor, poeta y miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Juan Antonio Massone del Campo, quien le ha antologado; Réquiem para un hombre vivo, poemario dedicado al poeta Juan Guzmán Cruchaga (presentado por el ministro de la Corte Suprema y escritor Carlos Aránguiz Zúñiga y el ex ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago Juan Guzmán Tapia); El silencio de los jueces, un texto para sazonar el corazón, prologado, en su primera edición, entre otros, por Sergio Muñoz Gajardo, quien fuese presidente de la Corte Suprema (2014-2015); Disparates, poemario relativo a la libertad de expresión y los prejuicios (2016); Cada día tiene su afán (2017), que procura motivar en la lucha del cáncer, presentado por Haroldo Brito Cruz, actual presidente del máximo tribunal del país, con ocasión de la celebración del Día Internacional del Libro. Y, además, el poemario titulado Toma de razón, en coautoría con Roberto Contreras Olivares, poeta y ministro de la Corte de Apelaciones de San Miguel, presentado en Hanga Roa, Isla de Pascua, en agosto de 2017. Por último, en abril de 2018 junto a otros cuatro jueces penales publicó el libro Duda, texto fruto del taller literario que impartió, el cual luego de terminar denominó “Ni tan exacto ni tan literal”. Actualmente es columnista en el diario El Heraldo de Linares, de la Región del Maule. Como cristiano, forma parte del grupo de colaboradores de Tiberíades, Red Iberoamericana de Poetas y Críticos Literarios Cristianos.




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