Poemas de

Yehuda Amichai: ‘Jerusalén’ y otros poemas traducidos por Mario Camelo

Yehuda Amichai (Würzburg, Alemania,1924 – Jerusalén, Israel, 2000), es reconocido como uno de los grandes poetas de Israel. Tiberíades tiene el privilegio de publicar una muestra de su obra gracias a la traducción realizada por el poeta colombo-suizo Mario Camelo.

JERUSALÉN

Ropa lavada en la última luz del día
Sobre un techo de la ciudad vieja:
La sábana blanca de un enemigo
La toalla con la cual mi enemigo
Seca su frente.

En el cielo de la ciudad vieja
Una cometa de papel
Y en la extremidad del hilo un niño
Que no puedo ver a causa del muro.
Hemos izado muchas banderas
Han izado muchas banderas
Para hacer creer que son felices
Para hacerles creer que somos felices.

 

JERUSALÉN Y YO

Jerusalén y yo somos como el ciego y el paralítico.
Ella ve por mí
Hasta el mar muerto y hasta el fin de los tiempos.

Cuando la izo sobre mis espaldas,
Desciendo a ciegas en mi noche.

Torre de David, de Leonid Afremov

TODAS LAS GENERACIONES ANTERIORES

Todas las generaciones anteriores
Contribuyeron a edificarme aquí en Jerusalén
De un solo golpe como una casa de oración o caridad.
Ello me obliga.
Mi nombre es el de mis donantes.
Ello me obliga.

Me acerco a la edad de mi padre a su muerte.
Mi testamento está cargado de inscripciones y codicilos
Debo cambiar mi vida y mi muerte
Día tras día
Para realizar todas las predicciones.
Que sean ciertas.
Ello me obliga.

He pasado la cuarentena.
Hay oficios que nunca ejerceré
Por esta razón.
Si hubiese estado en Auschwitz
No me habrían enviado trabajar
Me hubieran quemado inmediatamente.
Ello me obliga.

EN ESTE VALLE

Para que una brisa ligera
Pase ahora sobre mi frente
Pienso en ti
En este valle excavado
Por múltiples aguas sin edad.
Desde sus cuestas llegan voces
De hombres y máquinas
Destruir, construir.

Hay amores imposibles
A desplazar.
No mueren sino en su lugar en su tiempo
Como un viejo mueble desmañado
Que no desaparece
Sino con su casa y su techo.

Este valle es la esperanza
De recomenzar sin tener que morir
De amar sin olvidar el otro amor
De ser como el viento
Que ahora pasa
Por azar.

MALICIA TRISTE

Con malicia triste has aprendido
A extraer el amor del mundo.
Con voz destemplada e insolente
Pronuncias palabras ligeras
Y tu cuerpo se eriza de cabellos
En los lugares de la profecía.
Pero tu piel es la piel externa
De todo lo sucedido.
De noche cuando te acaricio
Yo acaricio guerras y reyes antiguos
Y naciones enteras errantes o pacificadas.

Tengo tu mano en la mía
En la tuya un pañuelo y llantos
En el llanto sal
La Sal de las Sales.

CON UNA BOCA AMARGA

Si con una boca amarga dices
Las palabras más dulces, el mundo no será
Ni más dulce ni más amargo.

En el Libro está escrito que no tendremos más miedo
Y escrito también que cambiaremos
Como las palabras
En pasado y futuro
En plural y soledad.

En las noches a venir, pronto
Apareceremos como teatreros ambulantes
Cada uno en el sueño del otro
Y en los sueños habrá desconocidos
Que no conocimos juntos.

La velada Tamar engaña a Judá para quedar embarazada. Representación barroca de un pintor anónimo holandés del S. XVII

POEMA PARA TAMAR

Mis ojos quieren desbordar
Como dos lagos vecinos
Para contarse uno al otro
Todo lo que han visto.

Mi sangre tiene numerosos parientes
Que no la visitan nunca.

Pero cuando mueren
Mi sangre hereda.

POESÍAS

I

Nuestro niño ha dejado el seno
Durante los primeros días de la guerra.
Yo corrí  a darme cuenta del terrible desierto.

He vuelto, de noche, a verlo dormir.
Olvida ya el seno de su madre.
Lo olvidará hasta la próxima guerra.

Tan pequeño, y ya cerrada la esperanza.
Pero su apetito, despierto,
No se cerrará tan pronto.

II

Nada tengo que decir de la guerra,
Nada que añadir.  Me avergüenzo.

Lo que he aprendido en mi vida todo
Lo abandono como el desierto abandona su agua.
Nombres que no creí olvidar
Ahora los olvido.

Y es a causa de la guerra que digo de nuevo
En nombre de una simple y última alegría:
Sí.  El sol gira alrededor de la tierra.
Sí.  La tierra es llana como una plancha.
Dios está en el cielo. Sí.

VI

Una canción de mi país. La ciencia
De sus aguas comienza en el llanto.

A veces es el agua lo que amo, otras veces la piedra.
Estos últimos días prefiero la piedra.
Pero puedo cambiar de parecer.

VII

Jerusalén es una ciudad donde cada uno recuerda
Haber olvidado algo, pero no recuerda qué.

Para recordarlo
Porto el rostro de mi padre sobre el mío.

Es la ciudad donde el aljibe
De mis sueños se llena
Como el oxígeno en el tanque del submarinista.
Su santidad
Se transforma a veces en amor.

Las preguntas hechas
Entre sus colinas restan las mismas :
Ha visto mi rebaño ?  Ha visto
Mi pastor ?

La puerta de mi casa
Está abierta
Como la tumba de un resucitado.

VIII

Todas esas piedras esta tristeza
Toda esta luz restos de noche ceniza de luna
Todos esos órganos santos
Torres y murallas asediados por el óxido
Todas las profecías curvadas como un hombre viejo
Todas las alas sudorosas de los ángeles
Olores de cirios todo ese falso turismo
Miasma  de redención beatitud y testículos
Basura de la nada bomba y tiempo.

Todo este polvo esos osarios
De resurrección y de viento
Todo ese amor
Estas piedras esta tristeza.

Colmemos los valles alrededor
Y hagamos de Jerusalén una ciudad llana
Donde venga a recogerme mi pequeño aeroplano.

El poeta Yehuda Amichai

MI SANGRE HA SOÑADO ESTA NOCHE
CON TU SANGRE

Mi sangre ha soñado esta noche con tu sangre :
Las dos corrían por el camino que desciende
Y nuestros cuerpos boquiabiertos como canteras
Yacían al lado de los autos.  En silencio.

Recogieron nuestros cadáveres, blancos
Nuestra sangre confundida continuaba a deslizarse
Arrastrando consigo granos de cizaña,
Formaban un riachuelo indolente y feliz.

Quien lo atravesó, a una hora de Jerusalén
Creyó ver una sola y misma sangre.

Los olivos, de Van Gogh

DEMASIADO

Demasiados olivos en el valle
Demasiadas piedras en las laderas
Demasiados muertos y poca tierra
Para cubrirlos todos.
Debo tornar a los paisajes ilustrados en los billetes
Y al rostro de mi padre en las piezas de moneda.
Demasiados días de recuerdo y poca memoria.
Mis amigos han olvidado lo que aprendieron en su juventud.
En un lugar secreto duerme mi amada, joven,
Y como siempre, me hallo fuera
Presa de ráfagas hambrientas.
Demasiada fatiga
Y pocos ojos para sostenerla. Demasiados relojes
Y poco tiempo. Demasiadas semanas
En la Biblia. Demasiadas rutas
Y pocos caminos que conduzcan el hombre
A su destino.
Demasiadas esperanzas
Sin maestros.
Demasiados soñadores. Pocos sueños
Cuya clave cambiara el curso de la historia
Como los sueños del Faraón.

Mi vida se cierra detrás de mí.  Estoy fuera
Como el perro que un viento ciego y cruel
Empuja desde atrás
Estoy domesticado: me levanto, me siento
Y espero conducirlo por las calles
De mi vida que puede ser mi vida verdadera.

Niños en el Jardín, de Cruz

DIOS TIENE PIEDAD DE LOS NIÑOS EN EL JARDÍN

Dios tiene piedad de los niños en el jardín
Un poco menos de los niños en la escuela
Y ninguna de los grandes.
Les deja solos
A veces deben arrastrarse sobre la arena hirviente
Para llegar al lugar del encuentro
Y sangran.

Tal vez toma en piedad aquellos que aman verdaderamente
Los protege como el árbol protege al durmiente
Sobre el banco público.

También nosotros haremos la caridad, tal vez
De los últimos centavos que nos dejó nuestra madre
A fin que su felicidad vele sobre nosotros
Ahora y siempre.

A MI MADRE

1

Dos manos levantadas para gritar al cielo
Como un viejo molino de viento
Y dos otras para cortar el pan.

Luminosos los ojos limpios
Como una vigilia de fiesta pascual.
De noche saca las cartas y las fotos
Unas al lado de otras

Para tomar la medida del dedo de Dios.

2

Quiero entrar en los wadis profundos de sus gemidos.

Quiero permanecer en el fuego de su silencio.

Quiero apoyarme en el tronco áspero de su sufrimiento.

 3

Bajo un arbusto
Ella me ha depositado
Como Agar colocó Ismael

Para no ver mi muerte en la guerra
Bajo un arbusto
En una de las guerras.

Agar e Ismael. Principio del siglo XVIII (Museo del Prado)

LE’JA DODI*

1

Qué hace una ciudad de la infancia ?
Se levanta y toma el vuelo
Dejándonos casi desnudos
En carne viva.
Qué hace un lugar?
Un lugar cambia de sitio.
Qué hace el tiempo?
El tiempo cambia de tiempo.

*Himno litúrgico del Shabat.

2

Es una puerta sin muralla
Una muralla sin puerta
Es una memoria que no podrá
Amar más nunca el recuerdo
Ni abrazarlo ni murmurarlo.
Ni verlo.

Muro de las lamentaciones, de Leonid Afremov

VOTO

Votos engastados en las hendiduras del muro de lamentaciones,
Papelitos arrugados, pegados.

Enfrente, una nota dejada bajo la vieja puerta en hierro
Medio escondida por los arbustos de jazmín:
“No pude venir,
Espero que comprenderás.”

Templo de Jerusalén, de Ernest Descals

Mario Camelo (Leticia Colombia,,1952). Camelo cursó estudios de literatura en Colombia y Suiza, país  este último  donde  se  estableció definitivamente  desde 1979. Ha ejercido como profesor de literatura, traductor, conferencista y fotógrafo. Es miembro de la Sociedad Suiza de Autoras y Autores. Su poesía se haya traducida al italiano, francés y alemán, entre otras. En poesía ha publicado los siguientes libros: Asuntos Elementales (Bogotá.  Cuadernos de poesía, 1974), Las victorias del miedo (Bogotá. Publitextos, 1978), Libro de conjuros (Barcelona, Libros de la frontera, 1983), Primer libro de Crónicas (Libros de la frontera, 1990), Crónica del reino (Libros de la frontera, 1997), Crónicas sur (Dinamarca, Ediciones  Aurora Boreal, 2013), Luna de las iguanas (Aurora Boreal, 2014) Cantigas (Sestante  edizioni, Italia: Universidad de Bérgamo. 2017) y Cantigas. Antología de poesía (Sílaba editores, Colombia, 2019).

El poeta y traductor Mario Camelo


3 thoughts on “Yehuda Amichai: ‘Jerusalén’ y otros poemas traducidos por Mario Camelo”

  • Jose Crespo 28/06/2020 at 8:20 am

    Gracias por publicar tan poeta. Me gusta la buena traducción y buen trabajo de Mario Camelo.

    Responder
    1. Jose Crespo 28/06/2020 at 8:21 am

      Corrijo, tan enorme poeta.

      Responder
  • Yehuda Amijai, el poeta que da voz a la crudeza de la guerra 17/11/2022 at 3:46 am

    […] poema de Amijai traducido por Mario Camelo también trabaja con el mismo imaginario del niño que nace condenado. En este caso los “niños […]

    Responder

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