Amauta, S. (2023). Tristefónika. Lima, Perú: León Ediciones.
Raro es el lenguaje poético que logra desafiar la inteligencia y la sensibilidad humana, pero que a la vez atrae como el de Salvatore Amauta. En su lenguaje se puede atisbar un alto grado no solo de melancolía, sino también, sobre todo, humanismo (como entrega al semejante, al ser vivo y naturaleza en general) y, más que hermetismo, renovación del lenguaje. Es que en este poemario corto, segundo de la carrera de su autor, tiene como fondo por encima de todo lo humano mismo. Si bien es un poemario en que alude al hábitat, su “Herbóreo maestro”, en sus diversas formas, lo cual indicaría que estamos frente a un canto poético telúrico inmenso; pero por encima de ese fondo nos parece que, al fin de cuentas, y de principio a fin, yace un canto lírico a la carne humana, al ser humano o, en suma, a lo humano mismo, con un tono elevado de melancolía.
El poemario contiene dos partes: 1) “La palabra reposa a la luz de la cifra”, y (2) “El ascenso de las tristefonías”; veinticuatro poemas en total. El prólogo es de la poeta española Paloma Fernández Gomá. El lenguaje es poéticamente exquisito, cristalino, sonoro, rítmico, singular, no desligado de su experiencia contextual, incluso biográfica y cultural. Se dice que el lenguaje humano en general tiene, por decirlo así, una vocación a lo rítmico o cadencioso, la metaforicidad o la simbolicidad que la alcanza a plenitud en el lenguaje poético. En Amauta nos parece que esto y mucho más son evidentes, pues el compromiso suyo es con el lenguaje; incluso el título mismo de la obra es un neologismo descriptivo cadente, metafórico y simbólico a la vez que sugiere tanto el sentir desde el cual ha poetizado como la clave hermenéutica o de interpretación desde la cual se deben leer los textos: la melancolía.
Y es en esa vocación de su lenguaje que me detendré a vuelo de pájaro. Estoy consciente que, tal como se ha dicho hasta el cansancio, son los poemas mismos que deben hablar; estoy consciente, además, de que la literatura, incluso la poesía, es un sistema de ideas objetivadas en los materiales literarios, no solo de emociones, y que ella intenciona comunicar algo, aunque lo haga diferentemente a un ensayo o artículo. Pero intencionalmente no me detengo tanto en la interpretación de los textos con tanta riqueza poética; aunque corra el riesgo de un limitarme a un formalismo de los textos, opto intencional y brevemente por la poética de los mismos, si bien es la poética la que más desafía a la mente y la sensibilidad de un lector de carne y hueso. Así, pues, evito en gran medida una interpretación sicologista de los textos a mi capricho.
Lo primero que percibo, repitiéndolo, es que la poesía de Amauta tiene uno de los componentes esenciales de la literatura: poesía/estética, con un alto porcentaje de ficción poética no operatoria, pero hecha de manera racionalizada y realista, es decir, sin salirse de la realidad, pero sin llegar al simple mimetismo aristotélico y negar la emoción y las exageraciones ficcionales (como cuando dice: “espérame en satélites deshabitados”; también de lenguaje poco o nada trillado, e incluso inventado, que exige del lector un uso de nuevo intelecto. Procuraré demostrarlo resumidamente y, es de suponer, sin agotar la riqueza de su poética.
En la primera parte, el poeta lanza su lenguaje poético con matices filosóficos a la luz de la cifra de su hábitat, incluso, según su cosmovisión, que incluye seres espirituales que lo circundan. El primer poema, “A mi herbóreo maestro”, anuncia este énfasis temático; con una belleza poética, el poema finaliza con un toque en aquello que es el fundamento de su discurso: el ser humano, quien lo habita por excelencia: Heraldos de codos sin savia y corteza/has colgado sus nasales fosas,/exhibiendo el pudor de sus anillos/a cúspide de aquellos árboles./DESVAINADAS ESPINAS de dolor maestro/¡sutúrame la herida de eternidad abierta! Y esta será la tónica de belleza estética que reina en toda esta parte de la obra. El segundo poema, “Cántico a los seres etéreos”, hace honor al título al cantar con singular uso de la metáfora (signo ideal no operatorio), de la cadencia y del símbolo del siguiente modo:
En la bruma que de las montañas emana
oigo tropeles cerca del arco
persisten acariciándome la tibia entre tantos telares,
–son vientres de luciérnaga que no pierden el paso–
en la habitación
hecha un cubo de melancolías vespertinas…
En otro de los poemas de esta parte primera, “En cualquier día, cuando la aflicción no esté a mi lado”, el artificio del símbolo, la forma del poema y el énfasis con negritas de las primeras palabras de las estrofas juegan semióticamente un papel importante en la aprehensión poética de su desasosiego. Veamos este fragmento:
Estás sentada y bebiendo una taza con cebada tintura
indicaron las sábanas desenredadas
que aquí la nada perdura
ya que se empoza
con lágrimas de desgarrada soledad.
Grisáceos son ahora los telares nupciales
y sus 11 gajos de moras
inundadas afiladamente de lancetas
solitaria habitación hediendo a ti
— pasada la tarde–
porque la Tierra
la Tierra se volvió partera de espejos taciturnos.
Esta parte concluye viendo el “Horizonte marchito” y, al mismo tiempo, haciendo un ruego “a los cúmulos sin tímpanos” ante lo que percibe puede suceder. Esta intención comunicativa es llevada a cabo con maestría metafórica:
A los cúmulos sin tímpanos
— ruego–
para que no sean tumbas del vástago guillotinero
pálido pigmento desfilando de su fruto
ante el secuestro
de la levedad de sus entrañas.
A propósito
el mirlo desastilló la mandíbula lustrándola de adrede
patíbulo languideciendo
bajo el ocaso
que a su moral destroza.
De terror danzan sus cañas amarillas
optando el chilalo descender a la matriz del cráter
para dejarnos
clavados en lápidas
eternamente/.
Si en la primera parte la aprehensión de la melancolía es notoria, en la segunda se hace más evidente; de hecho, lo confirma el título: “El ascenso de las tristefonías”. En esta parte también la profundidad poética es una constante, que exige tanto un nuevo uso de la inteligencia como una sensibilidad para captar algo del modo de poetizar del poeta que permita por lo menos una leve inmersión no en la mente, sicología ni cara oculta del poeta, sino en su semiótica, términos culturales y filosofía de la existencia que plantea.
El desafío anterior es porque, como ya lo insinué, en esta parte, el canal mediante el cual Amauta lanza al lector su sentir e intención comunicativa tampoco será el lenguaje directo/cotidiano; será la poesía misma y el lenguaje renovado y, muchas veces surrealista y expresionista ficcional, con las características ya mencionadas arriba. Considero que es mediante este lenguaje que dará mayor primacía a su visión lírica interior que a una descripción objetiva de la realidad que poetiza y que pueda ser entendida inequívocamente por el lector. No en vano ha titulado esta parte como lo ha hecho. Y termino esta reseña pidiéndole al lector leer el siguiente par de fragmento:
BRUÑE EL SOL a mis párpados esquivos
y la imagen de la que hoy es mi gemela alma
–Tomaba forma—
talones deseosos de otra copa de agua ardiente para el próximo
re
tor
no /.
De su poema “Con huellas líticas, besa mis pies”, tomo el siguiente fragmento:
Estructuras admiradas por doquier
de gloria
sol
y bonanza,
introduces la gema verde en mi garganta
con la cual
la mujer
obedece a mi voz/.
¿Qué podríamos concluir? Hace poco leí una crítica a la crítica literaria contemporánea; en ella, se reprochaba, y con razón, la tendencia de esta crítica a esforzarse por halagar que a desnudar las debilidades de los textos. Acto seguido, esta crítica alegaba que ciertamente hay autores y obras sobre las que no cabe reproche. Es verdad y este es también nuestro caso. Pero esto no anula la premisa válida, con base a la cual también trabaja un crítico literario; esta es que todo autor no solo es el mejor intérprete de sus textos, sino que también siempre está y estará procurando toda su vida escribir su obra perfecta, incluso en lo que atañe con la cadencia interna del verso; y este es también nuestro caso con nuestro autor analizado.
La poesía de Amauta tiene el componente de toda literatura de arte, poesía/estética, y evidencia un alto grado de renovación e invención en su lenguaje. Además, su poesía está lejos de ser un discurso crítico de denuncia social ni nada semejante. Sin embargo, esto no quiere decir que carezca de relevancia; tampoco quiere decir que no sea referencial o social, a menos que la literatura no sea una construcción humana desde un contexto determinado en relación con el ser humano y la ecología; de ahí que la poesía de Amauta no sea totalmente ficticia. Siendo un elevado canto lírico melancólico profundamente humano, que toca, se dirige y aterriza en este mismo ser, tiene, de algún modo, relevancia dentro de un contexto de barbarie como el nuestro donde se tiende a destruir al ser y a su propio hábitat.
Mediante un contenido estético no sería exagerado ni fuera de la lógica y la razón verla como una poesía crítica a la barbarie contemporánea. No estoy seguro, pero me atrevo a decirlo. Su lenguaje es inventado y renovador —que desafía alguna traducción a otro idioma—, en el cual combina la expresión literal, pero con sentido metafórico y simbólico. En suma, es una obra que, en su poética del lenguaje con sus matices filosóficos y surrealistas, se aleja en gran medida de lo convencional y posee relevancia para el mundo de hoy. De ahí que se podría decir que estamos frente a un aporte poético de tendencia neovanguardista.
Salvatore Amauta (Julio César Salvador Encalada). Poeta peruano. Egresado de la Universidad Nacional Pedro Ruíz Gallo como licenciado en educación primaria. Magister en Psicología Educativa-Universidad César Vallejo. Conciliador Extrajudicial del MINJUS. Mención honrosa en los Primeros Juegos Florales” Carlos Augusto Salaverry”2007-Sullana. Es miembro del grupo literario Pensamiento Profano -Sullana y de la Asociación Literaria Actuales Voces de la Poesía Latinoamericana de México. Dirigió el programa cultural “Cazadores Nocturnos” en radio Nuevo Norte. Ganador del 1° puesto del II Festival Internacional de poesía en homenaje a la poeta argentina, Alfonsina Storni y organizado por la Casa del Poeta César Vallejo de Huancayo. Su obra ha sido difundida en México, Bolivia, Ecuador y Colombia, y a la vez su poesía ha sida traducida al inglés, alemán y recientemente al rumano. Ha publicado en Junio 2021 el poemario Cosmosilente. Es colaborador de la revista española Azahar de forma mensual. Antologado en Valladolid -España en el libro TRECIEMBRE, 2022 por la escritora Araceli Sagüillo García.

George Reyes. Poeta, ensayista y crítico literario ecuatoriano, residiendo en México.
Director de la Asociación Actuales Voces de la Poesía Latinoamericana (AVPL).