Poemas de

En alabanza de la mujer: Un poeta portugués y catorce poetisas iberoamericanas

Tiberíades agradece al poeta A. P. Alencart por esta selección que hizo de la antología No Resignación, coordinada por él en 2016, a petición de la Concejalía de Familia e Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento de Salamanca. Así celebramos el Día Internacional de la Mujer-

ANTÓNIO SALVADO
(Portugal)

EN ALABANZA DE LA MUJER

La sangre brota de tu rostro puro,
oh madre tan flagelada en todo tu cuerpo –
vivencia del crepúsculo
sin conocer del día comodidad alguna.

Manos asesinas cruelmente encendidas
niegan constantemente tu juventud –
oh vergel de belleza
a quien cortan raíces flores frutos.

Y por el tiempo fuera
has sido la avidez de la tiranía –
oh mártir aguardando el momento
en que resurgirás
de tu vida cual única señora.

Traducción de Alfredo Pérez Alencart

DAISY ZAMORA
(Nicaragua)

MENSAJE URGENTE A MI MADRE

Fuimos educadas para la perfección:
para que nada fallara y se cumpliera
nuestra suerte de princesa-de-cuentos
infantiles.

¡Cómo nos esforzamos, ansiosas por demostrar
que eran ciertas las esperanzas tanto tiempo
atesoradas!

Pero envejecieron los vestidos de novia
y nuestros corazones, exhaustos,
últimos sobrevivientes de la contienda.
Hemos tirado al fondo de vetustos armarios
velos amarillentos, azahares marchitos
ya nunca más seremos sumisas ni perfectas.

Perdón, madre, por las impertinencias
de gallinas viejas y copetudas
que sólo saben cacarearte bellezas
de hijas dóciles y anodinas.

Perdón, por no habernos quedado
donde nos obligaban la tradición
y el buen gusto.

Por atrevernos a ser nosotras mismas
al precio de destrozar
todos tus sueños.

ANA MARÍA RODAS
(Guatemala)

MUJER, YA VIENE EL SUEÑO

Mujer, ya viene el sueño
aprovecha este tiempo
y olvida a los que ahora
se agitan, beben, aman, fornican.

Ya llegó el sueño, amiga.
Calma tu sangre
y aférrate al momento
en que por fin comienzas un camino.

Sin brazos amantes, sin muletas
recíbelo, no es más que el sueño
y ya es bastante.

Presentación de ‘No resignación’ en el Teatro Liceo

LUZ MARY GIRALDO
(Colombia)

SIN NOMBRE PARA PIE DE FOTO

A mí me mataron
dicen las noticias.
Y llega María con sus pies descalzos
Ana con su nombre que decía en secreto
como si al hacerlo se desangelara.
Gloria que con pocos años hacía su trabajo
y no deletreaba.
Inés, que andaba despacio porque le dolían las piernas
y Luisa y Yolanda y Tulia y Josefina
todas con hijos anónimos
aunque se sabía de quién eran semilla.
Recibían aire como con gotero y morían a escondidas:
a una la mató el desprecio
a otra el cuerpo agotado
a otra el oficio que no daba tregua
a otra los golpes de quien dijo amarla
a otra la herida de saberse muerta desde su comienzo.
Desde que nacieron fueron condenadas
no tuvieron voz
y su voluntad era la de los otros.
Hijas del conflicto y el desplazamiento
carecen de nombre.
Hijas de la guerra en tantos países
sus ojos no cuentan.
Hijas del horror que acabó con todo
sus hijos van a la sombra.
Tal vez te burlaron
tal vez te humillaron
tal vez te tomaron y te degustaron.
A mí me mataron
dicen los anuncios
y no sé tu nombre para el pie de foto.

Barcelona, marzo, 2016

ANA ILCE GÓMEZ
(Nicaragua)

TRÍPTICO DE LO HUMANO COTIDIANO

NINGÚN FUEGO, NINGÚN PUÑAL

Ningún huracán
Ningún cuchillo
Ningún rayo partiendo la sombra en dos
Ningún áspid devorando la vid
Ningún veneno en las oscuranas y fulgores de Hamlet
Ningún infierno de Dante
Ningún círculo
Ningún fuego sobre el estupor de Babilonia
Ninguna piedra en la pétrea mano
de Andrés (lanzada a tantos kms. por hora).
Ningún toro en la tarde de Manuel Rodríguez
Nada. Nada ni nadie
asombrará o derribará
a esta mujer
que sabe que proviene del vientre
suave y palpable de otra mujer
y no de una insólita
costilla.

MUJERES CON GUITARRA

Hay muchas mujeres lapidadas a lo largo
de la historia.
Su vida fue de jaurías y de toros rabiosos
de sangre alzada
de mordeduras largas.
Mujeres que le devolvieron al mundo
la embestida,
que se inmolaron o tuvieron que matar
para seguir viviendo,
esas que en la hora más oscura
roturaron el campo con sus uñas
para que vos y yo pasemos.
Hondas mujeres
que quizás una lenta madrugada
marcharon al fuego o a la horca
por cosas tales como desordenar
el orden público
por inventar una nueva manera de descifrar
la vida
por tener voz
o por infieles
o ateas.
Ellas ya no están. Sus cabezas reposan
sobre un siglo o dos. Sus ojos
ya no existen.
Pero de ellas perdura una hebra sutil
un hilo ciego que sin saberlo
nos hace crecer y despertarnos en la noche
con unas ganas inmensas de vivir
de derribar todos los muros
de desafiar todas las hogueras
así como de amar y de pulsar
todas
toditas las guitarras de la tierra.

LA MUERTE NO ES UNA MUJER

La muerte no es una mujer
con el cráneo pelado y una corva guadaña
entre las manos.
La muerte es un hombre que galopa
entre las noches que columpia el insomnio.
Es un varón disfrazado de oscura damisela.
Tiene unas rosas en las manos
y un cordel para colmar el cuello.
Alguien un día dibujó a la muerte
con rostro de doncella. Pero ella es él,
pálido, abyecto,
que en la noche se llega hasta mi sueño
y como un perro fiel
me hace aspirar su aliento de témpano
y misterio
y con fría insistencia se me acerca
y me lame los pies.

LILLIAM MORO NUÑEZ
(Cuba)

LA MÁS FERMOSA

Ese rostro que ves en el espejo
no es el tuyo.
Mírate bien:
búscate más allá del perfume barato
de la cara pintada,
del afán de agradar;
encuéntrate detrás de las ojeras,
del ojo hinchado,
de la mirada opaca
envejecida antes de tiempo,
de las palabras que arrancaron a tiras
la piel del corazón.
Una vez que te hayas descubierto
abrázate como si fueras la madre de ti misma,
el amante soñado desde la juventud,
el dios que siempre te ve hermosa.
Y rompe los espejos.

ARACELI SAGÜILLO
(España)

RESISTIR HASTA EL ÚLTIMO ASALTO

Hasta que se baje el puente y crucen los latidos,
hasta que el castillo sea cueva sin puertas ni cancelas,
hasta que el fondo se abra y entre la luz de repente.

Deseas una libertad a solas
ser libre en la libertad entera
sin más estaciones que la tuya,
llena de libertad,
libertad ardiendo,
buscando el río de la libertad,
para refrescar tu vida,
para teñir el agua con el pañuelo rojo,
para teñir tus manos del color del fuego.

Probarás moras negras que teñirán
de sangre tu pie, hasta que llegue el día
de jugar con la nieve.

En ese aire de nada te pierdes,
en esa libertad de mentira
te pierdes.

Pero un día
volverás a tus cosechas perdidas
a tus vuelos, a los lejanos días,
al olivo de oro, al remansado viento.

ISOLDA HURTADO
(Nicaragua)

LOS MERCADERES DEL TEMPLO

Te mutilaron los mercaderes del templo
Entre sus burlas
rasgaron tu último grito
hasta inmortalizar tu sonrisa de muñeca
como se clava una espina
en la carne
y sangra.

Público asistente a la presentación de No Resignación

NIDIA MARINA GONZÁLEZ
(Costa Rica)

AUTORRETRATO COMO RESPUESTA

Justificar los lugares comunes
no es válido
frente a una mujer que busca lo nuevo
en el acopio de viejas cosas.

Excusar el amor con la posesión y el miedo
no se hace frente a una mujer
que perdió el temor amando a quemarropa
y sin paredes para sostenerse.

Limpiarle las líneas a una mujer
que ha escrito kilómetros
y quemado en hogueras públicas
otro tanto,
se intenta
aunque no haya garantía de respuesta.

Quebrarle el espejo a una mujer que se refleja
en otras transparencias
y que olvida con frecuencia su maquillaje
no se puede.
Ella habita el aire sin reservas
el abrazo sin reflejos comparados.
Trae por dentro
animalitos y ventanas.
Lágrimas todas:
las del dolor que urge
las que salvan de las oquedades
y las alcantarillas.

Ella tiene a su favor
la sangre anónima del viento
algún buque inmerso en el fondo del océano
sus desconocidos poemas.
Tiene
los caminos dentro de las piedras
el agua salada
y el fuego.
Tomarse el vino
eso sí
frente a una mujer
que transmuta
o en aldaba o en albahaca,
dependiendo del clima.

Tomárselo todo
con flor de Jamaica
y que llore la noche,
mientras ella se duerme sin duelo
y sin lote propio en ningún cementerio,
mientras se cose
a la falda
otra madrugada de tormentas.

VICTORIA TOBAR FIERRO
(Ecuador)

MUJER MAÑANA, TARDE, NOCHE…

Mujer mañana, tarde, noche
ahora te alejas de la lágrima
aunque el océano del dolor
es amenaza permanente.
El pesar se transmuta
entre los dientes,
asoma la sonrisa inmanente,
la esperanza la arrulla
viva en nuevas manos
en nuevos ojos,
en flamantes pieles de colores,
que continúan
el trajín
de condición humana
haciéndose y asiéndose
a futuribles
probables y posibles.

NANCY MOREJÓN
(Cuba)

YO, UN MAL POEMA

Ante la gran puerta,
una mujer
rodeada de ventanas y pájaros,
de unas arenas finas,
de barcos negreros
esperando las horas pasar.

YOLANDA IZARD
(España)

ÉPICA, BOMBILLA Y GUISANTES

Las voces de las mujeres se escriben en el silencio de la cocina
mientras alimentan con sus pechos las palabras del futuro
que una niña usará mañana para amamantar a otra niña.
Las voces de las mujeres resuenan apenas en la bombilla de la sala
donde se quedan prendidas hasta que iluminan
el vacío que queda tras una paliza, una voz malsonante,
una afrenta de hombre crecido en la épica de las palabras grandes.
Al atardecer, en el susurro del patio donde se alza un limonero,
las mujeres desgranan los guisantes y les parece
que lloran lágrimas verdes, como sus ojos morados.
Al fin, cuando van a dormir, se rebelan en sueños:
una a una, como ejército de sombras,
aplastan con sus piececillos del treinta y seis
las enormes botas que han sostenido
manos ensañadas, corazones ensartados al odio,
perdones de mentira y excusas falsas.
Luego, al despertarse,
se desnudan y tiran la ropa manchada de represión y de sangre
y salen a la plaza del pueblo, y se echan a andar por los caminos,
relucientes y nuevas como sus bruñidos sueños,
enarbolando palabras seguras de sí mismas
y sin más épica que la de su humano orgullo.

ELENA DÍAZ SANTANA
(España)

DUEÑA DE TUS AMANECERES

Eras halcón
antes de ser pájaro enjaulado,
eras luz
antes de que la sombra de su mano
tu corazón cubriera.

Resignación es palabra antigua
que no trae rama de olivo
en pico de paloma,
es travesía sin agua,
aceptar la sed.

A ser libre mujer, no temas,
extiende tus alas,
danza en tu vuelo,
deja que música de violines
tu pelo meza
y sea el arco iris
tu vestimenta.

Rompe del miedo las cadenas,
y que la vida deposite,
en el renacido cuenco de tus manos,
solo gotas de miel.

AÍDA ACOSTA
(España)

«Y me las apañaba bastante bien hasta que tú
derribaste mi piedra de un puntapié;
y quedé al descubierto, todo musgo y ojos».
‘El bosque de la noche’,
de Djuna Barnes

El espacio está lleno de abanicos.
Los árboles lanzan su cuerpo oblicuo.

Vuelve el grito.

La noche regresa como un desierto
abierto de canicas negras.
Con palabras derribaste mi piedra
y ahora permanezco desnuda
todo frío
midiendo el invierno
con manos llenas de musgo y liquen.
El dolor se escribe a veces
como una lluvia débil.

Vuelve el grito.

Los pasos son ventosas
que atrapan el licor de los días.
Se aloja como un pájaro
el ruido inquieto que derriba
y el amor no reconoce
la silueta del abrazo.
Detrás del tiempo
se desvanecen los gritos
se asusta la tristeza
y regresa con pies diminutos
la ternura, el océano
el sol a las ventanas
la lentitud del amor
el oscuro deseo de empujarse a besos.

Mª DEL CARMEN PRADA ALONSO
(España)

PARA QUE NO SUFRAS MÁS, MUJER

Para que no sufras más, mujer,
agárrate a tu raíz,
fuerte como la verde juncia,
no dejes que sucumba
por la ausencia del calor negado.
Ve a la gavia,
donde atisbes a tiempo las galernas
para ponerte a salvo.
Libérate de la Medusa
que te convierte en inmóvil piedra.
Arroja los coturnos
para que tus pies
no vuelvan a calzar tragedias
y haz que la negra torre
bese sus fundamentos.
Cubre tus dolorosas grietas
con oro y plata
para asegurar tu fortaleza.
¡Oh hija de los duelos!
Funde la niebla que reservó a tu llanto
la mirada ausente de dichas
y salva del castillo
las almenas naufragadas
en los pliegues del agua indigna.
Atraviesa el denso aire
para que salgan de las sombras
tus heridos sueños.
Abre tu cielo, amiga,
vacío de enhiestos verdes,
y deja que los albores
desopaquen tu mirada.
Para que no sufras más, mujer,
no respires asfixiantes disimulos,
pues tienes el poder concedido
de aplastar la cabeza de la serpiente,
antes, mucho antes
de que clave sus fauces
en el pórtico sagrado de tus tobillos.
Serás así tierra ennatada
en cuya fuerza nueva
germinarán las semillas
que exhaló de tu vientre
la sometida libertad

Alfredo Pérez Alencart con la antología NO RESIGNACIÓN

Imagen de cabecera: Isolda Hurtado y A. P. Alencart, en Granada (Nicaragua), con un ejemplar de No resignación (foto de Jacqueline Alencar)




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