Mi alma tiene sed de Dios
Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.
Salmo 42
El salmo 42 comienza con una comparación: el bramido del ciervo y el clamor del salmista; ambos necesitan satisfacer una necesidad [1]. Por un lado, el ciervo brama angustiosamente por las corrientes de algún río cercano. Por otro, el alma del salmista clama por la presencia de Dios. En un extremo vemos al ciervo que busca aguas límpidas que mitiguen su sed; y más distante, escuchamos al salmista levantar su clamor al Creador de la vida. Ambos van guiados por un deseo dominante. Uno necesita agua física, otro necesita agua espiritual. Lector ¿has escuchado alguna vez el bramido de un ciervo sediento? De las más de cien especies de ciervos que hay en el mundo, ¿cuál sería el que oyó el salmista? Ciertamente lo desconocemos, no podríamos explicarlo, esa realidad está fuera de nuestro contexto histórico y geográfico. Pero ¿quiénes de los que hayan leído este Salmo pueden asegurar que han escuchado el bramido lastimero de un ciervo? ([2]) ¿Acaso tú lo has escuchado? He aquí lo que dice el primer versículo:
Como el ciervo brama por las
corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios,
el alma mía.
Lector, arrima tu corazón al paisaje para que escuches la angustiosa voz del ciervo que busca un riachuelo cristalino. ¿Has visto alguna vez la belleza de un ciervo solitario extraviado por el bosque? Y, ¿has escuchado la voz del salmista? Toda su alma es un clamor desesperado. Su alma tiene sed, tiene sed del Dios vivo ([3]), del verdadero Dios que formó los cielos y la tierra. Su sed no es una sed física sino espiritual, esa que nace del recinto del alma para buscar la presencia del Dios que es refugio eterno. Su presencia e intensidad se hace eco del paisaje mientras el salmista clama, y el ciervo aparece en la lejanía no como la figura central del salmo, sino como un cuadro que nos revela una enseñanza. Pero ¿por qué está el ciervo en ese lugar y a dónde se dirige? ([4]) ¿Sabemos acaso lo qué ocurre en el corazón del salmista? Vamos de conocer lo que dice el salmo, tratemos de intuir, hagamos algunas indagaciones.
Este salmo lleva una dedicatoria: Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré. En esta 2da sección del libro de los Salmos, siete pertenecen a los hijos de Coré.[5] «Algunos perciben en este Salmo la voz de David mientras vagaba en exilio durante la rebelión de su hijo Absalón. Hay otros que reconocen la voz del Mesías durante el tiempo de Su rechazo y sufrimiento. Otros detectan el sollozo quejoso del remanente judío durante el periodo futuro de la Tribulación. Y luego hay otros que les gusta aplicarlo al creyente cuando mira atrás a los días de su primer amor, y le entra sed de renovar aquella clase de comunión con el Señor». [6]
2 Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me
presentaré delante de Dios?

La sed del ciervo representa aquí esa sensación del organismo físico por el líquido necesario para vivir; la otra sed denota una necesidad espiritual que emana del alma del salmista. En este sentido el término sed conlleva una realidad física y también una metafórica. Por ejemplo, Mateo (5:6) nos habla de una «sed de justicia», y Juan (5:14) nos habla de una sed que será saciada con el agua inagotable de la vida eterna. Por lo tanto, en la secuencia del Salmo 42 la sed contiene un marco referencial de lo que allí acontece, y abre una puerta para mirar la aflicción del salmista y su anhelo de la presencia de Dios en el clamor de su oración:
3 Fueron mis lágrimas mi pan de día
y de noche,
Mientras me dicen todos los días:
¿Dónde está tu Dios?
En este versículo 3ro las lágrimas, al vincularse metafóricamente con el pan, caracterizan la situación espiritual del salmista, constituyen un sentido más doloroso. Por otro lado, la pregunta: «¿Dónde está tu Dios?» es hecha por personajes no presenciales, advertimos solo sus voces. Son seres que comparten un mismo lugar o están allí para hacer preguntas injuriosas: «¿Dónde está tu Dios?». Más adelante veremos otras siete preguntas que, en cierto modo, revelarán cómo el salmista enfrenta no solo a sus enemigos, sino también al decaimiento doloroso de su alma.
4 Me acuerdo de estas cosas, y
derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud,
y la conduje hasta la casa
de Dios,
Entre voces de alegría y de
alabanza del pueblo en fiesta.
Aquí estos versículos desencadenan, y reconstruyen imaginariamente, un espacio en el tiempo. Es decir, en medio de ese tiempo de clamor hay una visión del pasado. Por eso, mientras el salmista recuerda sus alegrías, su alma se derrama, en sentido figurado, como aguas cristalinas que traen a la superficie aquellos momentos conmovedores del pasado.[7] El recuerdo de las acciones pasadas lo llevará a cuestionarse —a modo de soliloquio— su presente condición. «El salmista dialoga consigo mismo; reflexiona sobre su experiencia ahora, sus experiencias en el pasado y en la revelación de Dios».[8] No obstante, hay una inquietud dentro de su ser revelada en las preguntas que dirige a su alma. Reconoce y es consciente de que está pasando por un momento de profunda agonía. ¿Cuál es la situación que lo agobia? No lo sabemos, en ningún momento la causa que lo aflige se muestra en el salmo. Sin embargo, comprendemos que la pregunta «¿Dónde está tu Dios?» tiene un sentido de burla e ironía. Pero a pesar del dolor el hablante del salmo reconoce que Dios es su única fortaleza, por eso puede dirigirse a su alma y clamar confiadamente: «Espera en Dios; / porque aún he de alabarle, / Salvación mía y Dios mío». Esta fe es la respuesta que sostendrá su vida en medio de la prueba. Más adelante las frases irán surgiendo para calmar esa angustia que le asedia al expresar, por ejemplo: espera en Dios, aún he de alabarle, Jehová mandará su misericordia, su cántico estará conmigo, salvación mía y Dios mío.
En esta relación personal del salmista con su Creador, el uso reiterativo de los posesivos mía y mío enfatizará el sentido de pertenencia que contrasta con el abatimiento del alma. De ahí que su fe refleje una respuesta inmediata a mitad del versículo: «Espera en Dios… / …aún he de alabarle». Las acciones de esperar y de alabar son manifestaciones esperanzadoras contra esa angustia que lo abate y que a la vez traen a la memoria aquellos recuerdos de lugares y situaciones pasadas:
6 Dios mío, mi alma
está abatida en mí;
Me acordaré, por tanto,
de ti desde la tierra del Jordán,
Y de los hermonitas,
desde el monte de Mizar.
El salmista destacará la dolorosa percepción de sentirse alejado de Jehová, pero buscará situarse (mentalmente) en otro ambiente geográfico: «Me acordaré, por tanto, de ti…». Se refiere, por supuesto, no a situaciones abstractas sino a realidades concretas del ser humano: «la tierra del Jordán», los «hermonitas», «monte de Mizar». [9] Estos lugares actúan como referentes de la vida del salmista, y representan además una vivencia del pasado. La experiencia en la tierra del Jordán o del monte de Mizar contrastan con su realidad inmediata. El uso aquí del pronombre tónico «ti» («Me acordaré, por tanto, / de ti…) enfatizará la presencia divina. Precisamente es Dios quien manifiesta su presencia en ese recordar: «Me acordaré, por tanto, de ti…», y este recordar nos muestra que la misericordia de Dios permanece, si somos fieles, aunque tengamos tribulaciones, como notamos en las frases a continuación: un abismo, las cascadas, las ondas y las olas como un cuadro de su vida y un estado de ánimo doloroso:
7 Un abismo llama a otro
a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas
han pasado sobre mí.

El salmista deposita su vida al cuidado de Dios. Y aunque por un momento parezca que esté lejano, sigue obrando en su corazón. De ahí que sienta, al amanecer, su abundante misericordia y al llegar la anoche su cántico y oración lo llenen de esperanza. De este modo el cántico nos comunica la relación personal con Dios. Por otro lado, la misericordia representa la compasión del Señor por los que están en angustia, por aquellos que confiadamente claman por su presencia:
8 Pero de día mandará Jehová
su misericordia,
Y de noche su cántico
estará conmigo,
Y mi oración al Dios de mi vida.
En el versículo (v. 9) notamos cómo profundiza la angustia del salmista ante la ansiedad que lo embarga. Desea ahora comprender el porqué de su aflicción, pues, aunque su fortaleza depende de Jehová, parece aún sorprendido al no recibir una respuesta inmediata. [10]
9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué
te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado
por la opresión del enemigo?
El verbo diré apunta a la urgencia de esa respuesta que dé a conocer al salmista la causa de su angustia. ¿Cuáles son sus burladores? ¿Podría acaso describirlos? Ciertamente no notamos ningunas claves al respecto. No sabemos quiénes son, ni sus nombres aparecen mencionados. No obstante, entendemos que el camino de la vida no está libre de tribulaciones. Pero, para el salmista Dios es la «Roca» eterna [11] y el inquebrantable refugio contra sus enemigos. De ahí su fortaleza contra los que insisten en mortificarlo preguntando días tras día: «¿Dónde está tu Dios?» Por eso, el sentimiento de angustia que le aflige no es otra cosa que el sarcasmo constante de sus enemigos. Estas preguntas producen dolor y deben —como un recordatorio— estar presente en la vida de quienes diariamente son burlados por confiar en Jehová:
10 Como quien hiere mis huesos,
mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día:
¿Dónde está tu Dios?
Lector, ¿puedes imaginarte por un momento rodeado de mortificadores? ¿Has pensado en las altas horas del crepúsculo —al asomar entre nubes la luz de las estrellas— en los que rechazan la misericordia divina? He aquí un salmista ante una prueba dolorosa, el sarcasmo de sus enemigos traspasa su alma. Recibe preguntas cargadas de burla y menosprecio que resuenan en su mente más de una vez, pero siempre llega la respuesta esperanzadora al alma abatida:
11 ¿Por qué te abates,
oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios
porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
El salmo 42 trata sobre la urgente necesidad de Dios en tiempos de angustia. Las situaciones que presenta nos motivan a reflexionar sobre: (1) la urgencia y presencia de Dios (2), el sarcasmo de los enemigos (3), el abatimiento del alma (4), la paciencia y la alabanza. Asimismo, todas estas experiencias por las que pasa el salmista nos muestran un cuadro del creyente, nos revelan además cómo pueden enfrentarse las tribulaciones. La fe y la perseverancia fundamentan la vida espiritual. Seis veces la voz del salmista irá dirigida a su alma, y otras catorce nombrará a Dios como su único refugio. Su sed de Dios reanima su confianza y persistencia. Y las palabras que salen de su corazón deberían igualmente reflejar nuestro consuelo en tiempos de crisis, para decir también: «Espera en Dios; / porque aún he de alabarle, / Salvación mía Dios mío». Por eso aunque los desafíos del mundo moderno hieran la vida, debemos (como el salmista) usar el escudo de la fe [12] y seguir confiadamente por el camino eterno.
David Cortés Cabán
Nueva York / Primavera

David Cortés Cabán (Arecibo, Puerto Rico, 1952). Cortés Cabán posee una Maestría en Literatura Española e Hispanoamericana de The City College (CUNY). Fue maestro en las Escuelas Primarias de Nueva York y profesor adjunto del Departamento de Lenguas Modernas de Hostos Community College of the City University of New York. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Poemas y otros silencios (1981), Al final de las palabras (1985), Una hora antes (1991), El libro de los regresos (1999), Ritual de pájaros: antología personal (2004) e Islas (2011). Sus poemas y reseñas literarias han aparecido en revistas de Puerto Rico, Estados Unidos, Latinoamérica y España. En 2006 fue invitado al III Festival Mundial de Poesía de Venezuela, y en 2015 a la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN), dedicada a Puerto Rico. Ha participado en los Festivales Internacionales de Poesía de Cali, Colombia (2013), de Managua, Nicaragua (2014) y de Salamanca (2019). En 2014 fue invitado a presentar “Noche de Juglaría, cinco poetas venezolanos”, en Berna y Ginebra, Suiza. Ese mismo año la Universidad de Carabobo, en Valencia, Venezuela, le otorgó la Orden Alejo Zuloaga Egusquiza en el Festival Internacional de Poesía. Reside en la ciudad de Nueva York desde 1973.
Notas
[1] «…el salmo 42-43, es una obra maestra, con el que se inicia el segundo libro de los salmos, según la división hecha por los judíos; comienza también la parte de los salmos que llevan por título: hijos de Coré, una familia sacerdotal que ‘atendía el servicio litúrgico y guardaba los umbrales de la Tienda’ (I Cro. 9,19). Véase Román Llamas, La experiencia de Dios en los Salmos, p. 39; http://www.revistadeespiritualidad.com/upload/pdf/1603articulo.pdf
[2] «Un ciervo es un animal mamífero que forma parte de los rumiantes. Suelen tener unos 1,30 metros y pueden pesar 200 kilogramos, aunque sus características varían de acuerdo a cada subespecie. Es posible encontrar ciervos en varias partes del mundo, entre las que destacan el continente europeo, el americano, el asiático y africano. Por otro lado, también tienen hábitats en ciertas zonas árticas. A Australia y Nueva Zelanda, en cambio, llegó de forma artificial, llevado por el ser humano. (…) En cuanto a su organización social, los ciervos establecen manadas de acuerdo a su tamaño y edad, además de dividirse entre los machos y las hembras. Los machos suelen desplazarse en forma solitaria o en grupos pequeños, mientras que las hembras forman manadas de varias decenas de ejemplares, donde también se encuentran los individuos más jóvenes». Véase Pérez Porto, J., Gardey, A. (21 de septiembre de 2016). Definición de ciervo – Qué es, Significado y Concepto. Última actualización el 6 de diciembre de 2022. Recuperado el 24 de febrero de 2023 de https://definicion.de/ciervo/
[3] «Como el agua es esencial para la vida física, así Dios y su presencia son esenciales para la satisfacción e integridad de la vida. Los verdaderos creyentes tendrán hambre y sed de Dios y de su gracia, bendición y actividad sobrenatural en la vida de ellos». Ver Biblia de Estudio de la Vida Plena- Reina Valera 1960 (Springfield, Life Publishers International, 2011), p. 745.
[4] «El contexto y la situación del Salmo 42 no se especifican históricamente. Sin embargo, lo que es evidente es que la situación del salmista era penosa y muy agravada por los escarnecedores que lo rodeaban». Véanse, Biblia de Estudio MacArthur (Nashville, Tennessee, Editorial Vida, 2015), p. 727.
[5] En la 2da. sección del libro de los Salmos se encuentran los de los hijos de Coré: 42, 44, 45, 46, 47, 48, 49. El salmo 43, para algunos estudiosos de las Escrituras conforma una extensión del salmo 42 debido a su trasfondo y tema. Otros también agrupan los salmos 84, 85, 87 y 88. Estos últimos, sin embargo, llevan la preposición «a» y «para» como si fueran más bien dedicados a estos cantores del Templo no necesariamente que hayan sido escritos por los hijos de Coré.
[6] Ver Comentario Bíblico de William MacDonald, Antiguo Testamento, Salmos. Para esta edición en español, Editorial CLIE, 2004 (Título original en inglés: Believer´s Bible Commentary).
[7] Aunque el Salmo 42 no dice que haya sido escrito por David, está dedicado al músico principal: «Los hijos de Coré. Estos eran una familia levítica de cantores (cf. 2Cr 20:19). Véase Biblia de Estudio de la Vida Plena-Reina Valera 1960 (Springfield, Life Publishers International, 2011), p. 745. Para el término ¨Masquil», Ibid., p. 733. Por otra parte, es posible que el versículo 4 haga alusión al capítulo 6 de II de Samuel, cuando David danzando y lleno de alegría trasladó el Arca de Jehová a Jerusalén. Por otro lado, «Los hijos de Coré era un grupo de sacerdotes que tenían el cargo de servir con el canto (2 Cro. 20:19. Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz):https://danielfortis.files.wordpress.com/2012/09/salmo-42-profunda-depresion.pdf
[8] William MacDonald, Comentario Bíblico Mundo Hispánico, Salmos, 7ta. ed., Tomo 8 (El Paso, Texas, Edit. Mundo Hispánico, 2018), p. 176.
[9] «El Monte Hermón y la designación del Jordán evidencian una localidad en el norte de Palestina, un área de manantiales que fluyen hacia el sur. Estos emplazamientos señalan que es inminente un brusco cambio en las imágenes verbales que describen el cambio de condición del salmista. (…) Se desconocen la situación y el significado del Monte de Mizar». Ver Biblia de Estudio MaCarthur, p. 727.
[10] Dice el comentarista bíblico William MacDonald, en el versículo 9 el salmista «De nuevo vuelve al desánimo, esta vez por causa de la opresión constante del enemigo. Parece que Dios ha olvidado a Su hijo. El creyente, triste, vaga como un enlutado». Ver Comentario Bíblico, Antiguo Testamento, Salmos, p. 87.
[11]El título y designación simbólica de Dios como una Roca fuerte aparece primeramente en Génesis 49, en la «Profecía de Jacob a sus hijos», véase el verso 24. También la hallamos en varios salmos y pasajes de las Escrituras. Por ejemplo, Sal. 18: 2; Sal. 19: 14; Sal. 28: 1; Sal. 31: 2; Sal. 62: 2; Sal. 71: 3; Sal. 89: 26. Y en otros libros como Dt. 32: 4; II Sam. 22, y NT: Mt. 16: 18; 1 Co. 10: 4; 1 P. 2: 8. En el apartado 3ro del primer capítulo de Habacuc, leemos: «Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar». Jehová es la Roca, y la frase «lo fundaste para castigar» se refiere al imperio babilónico.
[12] Ver la epístola a los Efesios, capítulo 6: 10-18.
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