Tiberíades tiene la satisfacción de difundir una muestra de la excelente poesía del salvadoreño Otoniel Guevara. Agradecemos la gestión realizada por el poeta Alfredo Pérez Alencart. También las fotos del poeta hondureño Chaco de la Pitoreta
TESOROS
Perdí todas las muelas. Me las arranqué todas.
Con mis manos.
Tuve pocas camisas en verdad elegantes. Las venció
la lejía. El uso. Las miradas.
No me enteré de nada de lo que fui perdiendo,
no percibí lo tarde de la tarde.
No me queda más ropa que la risa. Solo la muerte
podrá verme desnudo
y descansar en paz.
ASUNTO EQUINO
El chofer del bus
empuja el acelerador y frente a él
se rompen las nubes frescas, blancas y eternas.
Ignora que Pegasso lo conduce más allá del sol,
más allá de la miserable realidad.
Atisba el semáforo en rojo,
pero en su imaginación es el ojo de un cíclope
que amenaza a la humanidad con el exterminio.
Él, por supuesto, es un heraldo de la redención
montado a lomos de Rocinante.
¿Cómo explicarle al hombre del volante
que su auténtico nombre es Amadís
cuando conduce a su brioso corcel diesel
hacia el castillo
donde espera una doncella su rescate?
Pobre hombre.
Sin Cervantes, sin Leonardo, sin Rachmaninoff.
Cuando por fin yace destripado en cualquier punto de la carretera
ni su viuda, ni sus huérfanos, ni sus amigos y vecinos
concebirán en él al héroe
que no alcanzó a llegar a tiempo
para conquistar el Olimpo aplastar monstruos rescatar a su amada.
MUSICAZGO
Un ángel tañe en la ventana sus muñecas de algodón
Un cello hojarasca mi corazón con sordos chisporroteos
Una lechuza sopla su trompeta como un manantial agónico
Abro mi ventana y la lluvia me rapta con sus flechados acordes
Es el electricista que trabaja diez horas
y no puede enviar a sus hijos a la escuela
Hay animales más hábiles que un homo sapiens
Esta lluvia empapa mis poemas recién iniciados
Me muerde el corazón ese sonido áspero y demoledor
Por mis costillas galopa un río de dolor
que al son de esta lechuza alcanza a triturarme los sentidos
Mis palabras se sacuden las alas para que no anochezca
El ruido es tan intenso como una ejecución
Un bandoneón interviene para salvar al mundo
El silencio ejecuta su ensangrentado amor

OJO
Ya no aburran con escrituras sagradas,
mucho menos a mí, que trabajé sin tregua
para tensar mi amistad con los alucinados.
Lo sagrado reside en mi esqueleto
y en su fragor de barco vagabundo.
Mi biblia son las hierbas parlanchinas
que se comieron los rieles ferroviarios.
Yo soy el verdadero negociador de la paz.
El dinamitador de todos los presidios.
No me pierdan de vista.
CAUSAS
Las tres de la mañana. No es sensato
caminar por las calles a esta hora.
No es por causa del millón de armas circulando.
Tampoco por los ángeles de la muerte
que han sustituido a Dios en todas partes.
No tiene relación con las apetencias de la infamia.
Se debe únicamente
a que nunca comprendimos las metáforas.
CADÁVERES SOBRE LOS MONTES. SIGLO XXI.
Chavalos del barrio que da tristeza ver muertos. Cuando mueren se quedan
quietos quietos, y así se pasan todo el día, hasta que se los llevan
y uno recuerda que vivos eran otra cosa.
Juan Sobalvarro
[Nocturno ¿y mi cabeza dónde?]
Sobre el polvo deshonrado del mediodía los cuerpos se suceden
destrozados
No hay ningún pariente que sacuda esas cejas cenicientas
mientras busca
en el amasijo de vértebras excomulgadas
un asomo de voz
Todos los presentes tratan de moverse lo menos posible
y ya no apetecen
escudriñar los resultados de la última escena en que participaran
los innombrables
Los pañuelos son oprimidos contra los labios sorprendidos de los curiosos
(ellos, cuando vivían,
también fueron curiosos)
y el viento extrae las semillas apagadas de aquel jardín inmóvil
coronado de insectos
Un clarinero hambriento desciende sin pudor a la vera de la sangre
avanza a su manera uno
dos
tres pasos
aletea
y con toda intención nos clava
sus ojos infernales
CHARLES BAUDELAIRE. 2017
sus alas de gigante le impiden caminar.
Charles Baudelaire
[El albatros]
No hay marineros,
solo piratas, roedores y contrabandistas.
Ninguna estrella,
solo lisiados, paranoicos y niños balaceados.
No hay océano,
ni barcos, ni pipas,
ni siquiera piedad.
El poeta cruza el cielo en vuelo furibundo,
imperceptible,
con su dolor inútil.
Otoniel Guevara (Quezaltepeque, La Libertad, El Salvador, 1967). Estudió Agronomía y Periodismo en la Universidad de El Salvador. Ha sido invitado como poeta, periodista cultural, gestor cultural, conferencista, tallerista y activista político a ciudades de América y Europa. Participó en el documental “La batalla del volcán”, sobre la ofensiva militar guerrillera más importante de la historia de El Salvador. Condujo y produjo el programa de entrevistas televisivas a poetas salvadoreños “Las voces de los poetas” en Canal 10 de Televisión Nacional. Sus poemas han sido objeto de musicalizaciones y puestas en escena en teatro y cine. Es director del sello editorial “Chifurnia Libros”.
