Tiberíades se complace en publicar algunos poemas de este libro que quedó finalista en el II Premio Rey David de Poesía Bíblica Iberoamericana, en 2021.Salió publicado bajo el sello de El Taller Blanco Ediciones (Cali, Colombia, 2022)
EL ARCÁNGEL
a mi hija Violeta
Del verdadero adversario
te llega una valentía ilimitada.
FRANZ KAFKA
Mi pureza calla y desaparezco.
El agua cae en torrente
desnuda
por
el
espacio
que el silencio labra
cuando el Sol desciende
andrógino y ebrio a descoser la luz
con su boca en el manantial
bautizado por la tierra.
¿Es el agua la constelación
que decide a nombrarte?
¿Podré irme con la estrella
a bendecir su lluvia?
Bajo el torrente del agua,
al fondo de la gruta
El Arcángel
entra por la garganta gélida
de la vocal más pura,
que volvió desde la sangre ártica
de las raíces a visitarte
y blanco como el sueño
–afilado por la luz prístina–
se vuelve cristal atravesando
la carne del demonio
[para hundir su dolor
en lo más bajo
e impuro
de la sed
hasta el fondo
donde el rostro fue bandera
donde la sonrisa fue cuchillo.
La sangre cualquier día rompe la montaña por su vientre,
y Bolívar me suplica con mi mano que dé mi brazo
para trancar la puerta de los cadáveres
que ellos dejaron abierta.
El hambre detona y la primera estrella afila la sílaba
hasta el delgado labio sin cuerpo:
Somos simples, nadie nos halló.
Somos este lugar que es un ser.
La luz es madre con las venas en los cielos
Sé del mar en los nudillos cuando te escribo con una vela regalada
luego de 367 días sin luz eléctrica.
En la penumbra mi puño veloz adquiere la belleza de los tropeles:
Dentro de las llagas de la imaginación emergió una máquina
fascinada
por la voluntad indolente:
Escribí sin saber que moriría frente a ti
Escribí el primer día que lloraste y no te conocía
No sabía que tú eras la puerta que la piel atesora
Te invité a entrar a mi cabeza:
es un poema vacío por la soledad de tus ojos
La Reina inmaculada de la página de tus manos es eterna
como la cicatriz luminosa
y todavía sigo con el pulso para hacer gemir mi siglo
pero aún espero,
por ti que me amas como el primer hombre noble de verdad.
He sido paciente con el mediocre con el sapo
con el sicario
con el paria con el mal amigo
con el académico sin alma con el avaro con el corrupto
con el corazón endurecido con el poeta vendido
con el padre lejano, con el más implacable de todos, mira mi cuello:
¿ves cómo sube la luz como si mi cabeza fuese la esperanza?
Hasta podrirnos dueños de la noche, anónimos y latiendo.
Un siglo sin escribir para que el siglo en mi mano desangre la ausencia
blindada.
Puros huesos el azar medita la sustancia que amamanta el fulgor.
Un feto violará al Presidente en la oscurana,
mientras los poros brotados del bosque se erizan
para mostrarme el camino del Viento.
Mi vela y mi mano, mi camino y mi fe, mi país
y mi vida, las ganas de parir la muerte en el estómago del verdugo
masacrar, verdear, ceder, abrir el oro caído y que
entre, Reina, la bondad a limpiar el baño del suicida.
Pero no ha muerto,
es cada vez más fuerte
Lee libros con más intensidad
escribe más páginas al día,
ya no lo tumban los despechos
ni el hambre,
ni las traiciones de los amigos
ni el padre ausente
ni la miseria
ni nada
cerca del corazón del fuego
ve alzarse la sangre como una boda en medio del Ciclón
y permanece inmóvil, sereno,
casi al ras del rayo que atraviesa a las masas
con su tormenta.
Purificado hasta el negro del púrpura, Soy la Aurora
Sus lágrimas sanan, sus palabras reconfortan
Su piel guía, su sonrisa vence
Su don, inmaculado entre asesinos, prefiere
la paz indestructible del poema virgen, ángel:
Sé que esta pureza me hizo implacable y
noble
Sé que esta soledad hasta las lágrimas
me hizo río por dentro
vertical
como el trueno
Solo, hondo devenir, ritmo violeta
danza desaparición, latido en la corona del mundo,
he despertado.
Mis ojos no están
del espacio al amor
el incendiarse se ha vuelto
diamante por ti.
CRISTOS DE DIAMANTE
y por un río nuevo,
sin mirarlo,
con pueblos de sonido
y longitud de Arcángel.
EUNICE ODIO
En la tarde se incendia el río
hasta los aleros de las casas,
la tristeza enamora el viento hacia la noche,
en la cima palmeras lunáticas
estrellan su pecho en éxtasis contra la tormenta
Cristos de Diamante, me digo,
cuando veo el cielo abierto
como la panza de una vaca degollada
atravesando el puente del Alba
con el rostro hechizado y lleno de presagios.
Alcé los ojos más allá del río
y las estrellas me invitaban a su pueblo
donde cabía mi angustia antigua de reclamar
el reino traslúcido del sonido.
Bajé la mirada hacia mi paso
y vi toda la carne:
la invadía una luz de río vertical
En mi frente la estrella rodaba siendo niña por primera vez
El cielo desapareció para verme
El río es el sol
Estoy solo
La tarde
no cabe
en mí.
APARICIÓN DEL ARCANO
Inmisericorde hermano
cuánto nos han mentido
cuánto nos hemos manchado
En la mitad del otro paso mayor.
Cuánto nos mitigaron
Cuánto nos emplazaron a fuerza
Catatónicos en la llanura.
Qué si nos fuimos, inmateriales a alabarte
tú que nunca fuiste desnudez del pecho
campo diurno masacrado por raíces.
Traslúcido imantabas al país de los árboles
raquíticos por la luz
reemplazados a una tierra movediza.
Llaga verbal inventada por la premura.
Nos apersonabas en el concilio
tú que entrabas muerto a pertenecerte
que estabas ido a volver con los delirios,
refugiado azul, ovalado, valiente y puro.
Símbolos: ángeles pordioseros dispersos de semillas
(cerraduras de lo invisible)
Ojos que frotan el aire de lo ascendido
purificando el oro de los adioses
flotas en coronas
y arcanas.
Daniel Arella (Caracas, Venezuela, 1988). Poeta, ensayista, narrador y rapsoda. Licenciado en Literatura Hispanoamericana y Venezolana; Magister en Filosofía por la Universidad de Los Andes, con un trabajo de grado sobre Heráclito y Hölderlin. Ha publicado los poemarios Al fondo de la transparencia (Los caminos de Altaír, Venezuela, 2009); El andrógino ebrio en el haitón (Nuevos Clásicos, Bolivia, 2017); Anatomía del grito (LP5: Fox Island, 2020) Se dedica a la edición, la crítica literaria y la enseñanza. Autor de varias antologías, entre ellas, las obras completas del poeta venezolano Gelindo Casasola, Espacios (El perro y la rana, 2014); Los relatos pioneros de la ciencia ficción latinoamericana (El perro y la rana, 2015, disponible en internet; 2019, primera edición impresa). Recibió los Premios Estudiantiles DAES en Narrativa de la ULA, 2009, 2010, 2016. En el 2015 recibió en metálico el XIX Premio Latinoamericano de Poesía por Concurso Ciro Mendía (Caldas, Antioquia, Colombia) por su libro Anatomía del grito. Es Premio de Ensayo Goethe Institut, 2020, por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Editor de la revista de géneros fantásticos IO de Cali, así como miembro del consejo editor de la revista POESÍA de la Universidad de Carabobo. Trabajó igualmente como tallerista de literatura desde el 2010-2016 en la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello en espacios psiquiátricos y penitenciarios; ahora imparte talleres on line de heteronimia literaria, poesía mística, filosofía y budismo para el público general.