Iniciar un recorrido sistemático a partir de poemarios publicados de manera temprana[1] nos conduciría a una investigación inédita y con material suficiente para analizar. No obstante, un corpus literario de esa índole excede nuestros límites y propósitos, pues en ella aparecen, de los siglos XIX al XXI, solo por mencionar algunos nombres, Paul Verlaine (Poemas saturnianos, 1866), Arthur Rimbaud (Una temporada en el infierno, 1873),[2] Rubén Darío (Azul, 1888), Eduardo Calsamiglia (Versos y cuentos, 1898), Lord Byron (Horas de Ocio, 1907), Delmira Agustini (El libro blanco frágil, 1907), Marina Tsvietaieva (Álbum vespertino, 1910), Circe Maia (Plumitas, 1912), Federico García Lorca (Impresiones y paisajes, 1918), Pablo Neruda (Crepusculario, 1923), Josefina de la Torre (Versos y estampas, 1927), Octavio Paz (Luna silvestre, 1933), Carlos Martínez (El Paraíso recobrado, 1943), Javier Heraud (El río, 1960), Ana Istarú (Palabra nueva, 1975), Nika Turbiná (Primer borrador, 1984),[3] Javier Alvarado (Poemas de miseria, llanto y amargura, 1999),[4] José Alfredo Pérez Alencar (El barco de las ilusiones, 2002), Mario Obrero (Carpintería de armónicos, 2018) y Daniela Herrera (Intemperie, 2021).
De la lista anterior, los casos más particulares, uno por siglo (XIX, XX y XXI) son Arthur Rimbaud, Nika Turbiná y José Alfredo Alfredo Pérez Alencar, quienes publicaron su primer libro, en su respectivo orden, a los diecinueve,[5] a los diez y a los ocho años de edad. De momento, según datos recogidos,[6] el poeta salmantino-peruano-boliviano es el primero, y no solo en lengua castellana, en publicar un libro a tan temprana edad, pues como se nota, se adelanta dos años a Turbiná[7] y once o menos a Rimbaud. Sin embargo, en los tres autores se identifican puntos en común, escribían desde mucho tiempo atrás, estaban en contacto con figuras importantes del medio literario, sea a través de lecturas o de manera presencial y muchos de sus poemas, sin importar sus edades, están marcados por tonos filosóficos y existenciales que no evaden las cargas trágicas de la vida,[8] por una gran belleza y fluidez lírica, por un alto grado de intelecto y bagaje cultural poco acostumbrado en artistas a tan corta edad y por una constante preocupación hacia temas universales como el tiempo, la muerte, la soledad, la tristeza, el pasado remoto y la infancia.
Entrevistas y comentarios hechos respecto a la obra y vida de Turbiná, entre ellos Yevtushenko y Federici y sus propios poemas[9] documentan sus primeros versos escritos en papel a los cuatro años de edad,[10] luego de que los recitara para que su madre y su abuela se encargaran de escribirlos.[11] Caso similar sucede con José Alfredo Pérez Alencar, cuyos primeros poemas, en su libro El barco de las ilusiones, acompañado con diecisiete acuarelas del reconocido pintor Miguel Elías, también datan de la misma edad. Estos textos iniciales eran dictados a su madre,[12] Jacqueline Alencar Polanco, quien lo acompañó, junto a su esposo, el poeta Alfredo Pérez Alencart, durante sus primeros procesos artísticos, así fuera de manera oral,[13] aspecto en el que tuvo mucho impacto el hecho de criarse en un hogar rodeado de libros como los de Antonio Machado, Fray Luis de León, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Federico García Lorca y otros tantos poetas españoles más, escuchar noticias y documentales de figuras importantes como Miguel de Unamuno, emblema salmantino a quien le dedica uno de sus poemas de infancia[14] y estar cerca de una enorme cantidad de autores que visitaban Salamanca, la ciudad dorada, gracias a la labor de gestión cultural de su padre.[15]
Aunado a ello es necesario señalar que el poeta Gonzalo Rojas y el humanista, académico y traductor del griego, Alfonso Ortega, amigos muy cercanos de la familia Pérez Alencar y visitantes de Salamanca, se refirieron, en vida, de muy buena manera al libro El barco de las ilusiones y a las primeras producciones de José Pérez Alencar, quien se inició con lecturas de la Biblia y de poetas como Cervantes, Dante, Virgilio, Horacio, Miguel Hernández, Unamuno y otra lista de autores más, quienes forman parte del repertorio intertextual de la obra poética de su padre. Alencar hereda un legado literario y paterno a través de un grado de conciencia y madurez poco común en un niño de su edad.
Son poquísimos los casos de infantes y adolescentes prodigios y con un bagaje cultural como el de José Alfredo Pérez Alencar,[16] quien, desde niño, como si una voz vieja o adulta ya fuera, vislumbra a los lectores con su madurez, tal es el caso de los siguientes versos en el poema que dan inicio a este libro: Mi vida fue como recorrer / la vía de la amargura / en las largas noches / de invierno. La retórica y estilo de la voz lírica parecen ser de alguien ya mayor, cuando en realidad no es así, es un niño de ocho años. Esto ha permitido que en la actualidad posea, además, una muy importante carrera en el mundo del derecho, en donde ha publicado varios aportes, entre ellos el libro Iuris Tantum (2020), así como en el cine, campo en el que publicó el libro de crítica Pasiones cinéfilas (2020). Frente a este último dato, cabe agregar que Nika Turbiná fue una gran apasionada del universo del cine e incluso, llegó a actuar, en 1989, en la película Ocurrió en el mar (Этобылоуморя), en donde ya mostraba un adelanto de lo que trece años más tarde sería una realidad, su suicidio, asunto del cual habló, en 1997, en un programa de entrevistas, rechazado por su temática. Todo apunta a que Nika construyó su vida desde la propia ficción.[17]
También es destacable el caso de Arthur Rimbaud, quien según Paul Verlaine, a los catorce años de edad ya se había leído toda la poesía francesa disponible en aquel entonces, aspecto notorio en el carácter revolucionario de su obra; dicho aspecto le permitió ingresar en la lista de los mejores poetas malditos y simbolistas franceses de la historia y ser considerado por Víctor Hugo como el niño Shakespeare.[18] Al lado tenemos a Nika Turbiná, quien debido a su diferencia intelectual y creativa con el resto de sus compañeros de escuela, tuvo que separarse de ellos.[19] Desde niña aprendió a tocar piano, era excelente en matemáticas y leía con especial interés a Vladímir Mayakovski, uno de los poetas más relevantes de la poesía rusa del siglo XX, asunto que repercutió, de manera favorable, a sus tan solo once años, en el recibimiento del premio León de Oro en el Festival Internacional de Poesía de Venecia, ganado única y anteriormente, por Anna Ajmátova a sus sesenta años y que rompería como si nada frente a sus amigos.
Se está frente a un caso histórico-literario bastante peculiar, tres poetas, con voces diferentes, instruidos desde muy niños y con un espíritu de madurez y de cuestionamiento que seguirá siendo difícil de encontrar. Incluso, aunque Alencar muy difícilmente haya leído alguna traducción al castellano de la obra de Rimbaud durante el proceso de publicación de El barco de las ilusiones o haya sido realmente consciente de ello, pues sabemos de una edición del poeta maldito francés en su biblioteca, capta la atención cómo el título de su ópera prima hace referencia a un barco, en el sentido simbólico del viaje hacia los sueños, la imaginación, la muerte y la vida, el pasado y el presente, punto que ya encontramos, desde tonos narrativos, oníricos y simbólicos, en el poema “El barco ebrio” de Rimbaud[20] y desde un plano más próximo a la poesía española de finales XIX e inicios del XX, en la primera sección de este libro, título “Comprensión del mañana”[21] y en el poema de apertura “ANTES Y DESPUÉS”, en donde la voz lírica sabe utilizar muy bien el recurso de los adverbios temporales (antes y ahora), junto a referentes bíblicos (frutos prohibidos en el Edén) y momentos del día y sus temporadas (largas noches de invierno); principalmente, la noche se presenta, a lo largo de este libro, como compañera del poeta, de sus dudas y soledades, es decir, se vuelve tópico.
Por tanto, el epicentro de las comparaciones temáticas a las que hemos llegado a partir de ciertos intereses de Rimbaud, Turbiná y Pérez Alencar, a pesar de sus grandes diferencias también estéticas, se encuentra en el uso de la poesía como un medio o necesidad primitiva para escapar de lo que se concibe como un “mundo real” y construir otros panoramas posibles a través de las palabras, tal y como sucede, con referencia bíblica, en el poema “TIERRA VIRGEN”: mi alma nacerá / a la diestra del padre / por largos días. Sin embargo, para brindar un ejemplo, aún mayor, es necesario citar el poema “COMPRENSIÓN DEL MAÑANA”: Triste caballero vagando / por praderas infinitas / o por el eco que se / comunica con los / náufragos de la palabra. / Sueño con el mundo / perfecto, con la / comprensión del mañana, / con la vaga sensación / del saber. El destino / me depara un mundo / por descubrir.
En los versos citados, la voz lírica ahonda en los sentimientos del ser y para ello hace referencia a la figura de un caballero triste que vaga por lugares asociados al pensamiento simbólico. Capta, además, mucho la atención cómo se preocupa, así como en otros poemas, por el arte vivo de las palabras y la importancia que ellas tienen, tal cual la poesía,[22] pues son casi que su vida, pero a la vez, debido a que no todo es felicidad en sus versos, también son su tormento. Y por ello, como válvula de escape, utiliza el recurso de la utopía, para soñar con un posible mundo mejor,[23] con un tópos donde se puedan descubrir muchos panoramas nuevos, porque así como las palabras son valiosas, también lo es la sabiduría, cuya función, a lo largo de los poemas aquí seleccionados, tanto de la niñez como del ahora, su juventud, es un factor primario y que mantienen con vida al poeta y a los pulmones de sus palabras.
Lo anterior abre camino a un referente que acompaña, actualmente, la poesía de este autor. En muchos de sus textos, principalmente de Tambores en el abismo / Tambores no abismo (2022),[24] donde acaba con un reposo, por lo menos en lo que a libros de poesía se refiere, de veinte años y permite notar un enfrentamiento entre cierto malditismo interno[25] e ideales esperanzadores que siguen más vivos que nunca. Ese barco que se mueve entre la ilusión y la realidad, la esperanza y la desesperanza, el amor y el desamor sigue latente en su obra, aunque ya diferente, los años la han hecho mutar y alcanzar cierta hibridez entre tonos coloquiales y otros más líricos, así como en versos métricamente más clásicos, donde se ubica prácticamente toda la poesía de su infancia y adolescencia y actualmente más vanguardistas o posmodernos, tal y como acontece en la segunda y última parte de este libro.
Dicha sección se titula “Puma de piedra y otros poemas” e incluye textos que fueron escritos entre 2022 y 2023. Cabe especificar que, en dicha época, Alencar tuvo la oportunidad de regresar a parte de sus orígenes tanto maternos como paternos en Perú y Bolivia, lo cual tuvo un impacto muy importante en su producción poética aquí presente. Por tanto, rompe el cascarón de una voz de infancia totalmente de estilo español y da paso a una voz más rebelde, vanguardista, híbrida (coloquialismo y lirismo), latinoamericana y a su vez española; esto se revela desde su apertura: Vengo de la Ciudad de los Reyes / para ascender de la enigmática selva / a la tierra donde las montañas / son vestidas por el cielo.
En la estrofa citada, mediante el uso de la primera persona singular y a través de un verbo bastante significativo, la voz lírica deja su huella en una nueva tierra, es la llegada del poeta que nació en España a la selva amazónica donde nacieron su padre y su tío, Carlos Domingo Pérez Alencart, a quien le dedica este poema. A su vez, conserva el arte de las dedicatorias, asunto que no solo mantiene desde niño, sino que también destaca, a manera de herencia literaria, en la obra poética de su padre, Alfredo, la cual construye, en gran parte de su poesía, una propuesta estética genealógica, tal y como sucede en el poema “Te reconozco Maruja Troncoso” de su hijo: Nos separan las experiencias y el tiempo, / pero te siento en cada respiración, / hoy, que mis palabras conocen los orígenes. / Siendo la herencia de tus Alfredos, / estoy donde tú querrías / que yo estuviera.
Estas dos estrofas son bastante significativas porque la voz lírica, estableciendo un diálogo con su abuela materna, ya muerta en carne y hueso, pero no en recuerdos, es consciente de que los separa una muerte terrenal, ciertas experiencias y épocas diferentes, aunque el tacto humano y poético, el valor sagrado de las palabras, los une. El sujeto de enunciación se presenta como la herencia de los Alfredos (abuelo y padre), de donde también surge su nombre, sinónimo de identidad, asunto que reproduce en su poesía y al igual que en el texto de inicio de esta segunda parte, deja su huella en el territorio latinoamericano, donde su abuela, desde el cielo, sonríe viéndolo.
Pero no solo conserva, de su infancia y de la herencia poética de su padre, ese sentido genealógico, sino también la dedicatoria a poetas de una muy reconocida trayectoria, tal es el caso de su poema destinado a uno de los mejores poetas españoles no solo del siglo XX, sino de la actualidad, Miguel Hernández, a partir de una pintura hecha por Miguel Elías, a quien considera su tío. Esto transmite la visión de mundo y espíritu humanista[26] que José Alfredo Pérez Alencar ya venía construyendo desde sus creaciones de madura precocidad: Lloras en tu desgracia, pero tus poemas / hacen que me sienta grande. / Rompes todo ideal con un solo papel, / tus letras son las que sueñan con un mundo nuevo, / las que alimentan y dan color a tu destino. Estos versos revelan gran parte de su identidad poética desde niño, pues ya se presentaba como una voz consciente de lo trágico de la vida,[27] mas sin perder la esperanza en esa luz que halla en sí mismo y en otros seres como su padre[28] y su madre[29] o en la poesía de Hernández, dándole motivos suficientes para creer en la posibilidad de reconstruir el mundo y sus vacíos a través de las palabras.
Por último, esta segunda sección está mayormente conformada por poesía erótica y amatoria que no cae, como sucede comúnmente en poetas actuales, en banalidades, excesos ni en inmadureces, prima, ante todo, la belleza de las palabras, las imágenes, los actos de consumación, los deseos y los ideales humanos; en este caso particular, la voz innova al explorar recursos que no eran de su interés durante su infancia y por eso invoca, constantemente, a una amada, quizás imaginaria,[30] tal y como sucede con muchos artistas. El arquetipo de esta figura femenina le da sentido a la vida del hablante lírico, tal y como en el pasado lo fueron su infancia, las palabras y la poesía misma: Tú creas mi renacimiento (en “Tú creas mi renacimiento”); Aún siguen calientes las sábanas / en las que te recuerdo, / disfrutando de ese libertino olor / que ambos procesamos (en “Por eso”).
En fin, este libro, Distinto y junto, tal y como aparece en el título a partir de un de un poema de Fray Luis de León, marca un recorrido por algunos fragmentos, sin ediciones ni retoques algunos, del poeta con el poemario publicado a más temprana edad en todo el mundo, y por algunos poemas escritos por la voz de un Alencar viajero y bastante disímil al de El barco de las ilusiones, pero que no deja de conservar cierto aroma propio de su voz, es decir, una identidad literaria diferente incluso en formas métricas, rítmicas y estilísticas, pero a su vez, en cercanía con la de aquel niño prodigio (muy cercano a Nika Turbiná),[31] quien aún vive dentro del poeta o de sus palabras que aquí buscan, ante todo, la salvación, el conocimiento y el viaje hacia otros mundos simbólicos, oníricos, amorosos, eróticos, humanos, filosóficos, emocionales, genealógicos y existenciales; revelaciones de un universo donde la tristeza y la alegría, así como lo reveló en algún momento Alencar, con tan solo ocho años, son parte de una realidad con dos caras:
REVELO MI MELANCOLÍA
Revelo mi melancolía
a la torre de los sueños
perdidos, a la muralla
que atraviesa montañas
sin saber el por qué
de sus secretos,
sin tener trasvase
hacia el mundo real,
sin oír los llantos
del más allá, sin saber
que la herencia
es un hábito divino.
(Para mi madre,
con amor)
Yordan Arroyo
Universidad de Salamanca
idu17933@usal.es
REFERENCIAS
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Armiño, M. (Ed.). (2016). Arthur Rimbaud. Obra completa bilingüe [segunda edición]. Atalanta.
Balistrieri, L. (29 de septiembre de 2022). “La poesía no tiene edad”. Historia hoy. https://historiahoy.com.ar/la-poesia-no-tiene-edad-n1097
Evtushenko, N. (18 de abril de 2019). “Evgueni Evtushenko: Nika Turbiná, un poeta de ocho años” [I. García, trad.]. Líneas de errancia. https://decir020.wixsite.com/traducciones/post/yevgueni-yevtushenko-sobre-nika-turbiná.
Giraldo, D., González, D., y Arteaga, L. (2008). Los poetas malditos, una subversión a la moral del siglo XIX. Katarsis, 6, 177-189. https://revistas.iue.edu.co/index.php/katharsis/article/view/561/881
Grubisíc, A. (22 de octubre de 2015). “A 161 años del nacimiento de Rimbaud. Arthur Rimbaud: el niño poeta que irá por dondequiera”. La izquierda diario. https://www.laizquierdadiario.com/Arthur-Rimbaud-el-nino-poeta-que-ira-por-dondequiera
Pérez Alencar, J. (2 de mayo de 2022). “Nietzsche, el poeta aforístico. Notas y selección de José Alfredo Pérez Alencar”. Crear en Salamanca. https://www.crearensalamanca.com/nietzsche-el-poeta-aforistico-notas-y-seleccion-de-jose-alfredo-perez-alencar/
- (2022). Tambores en el abismo / Tambores no abismo [L. Regalo, trad.]. Editorial Labirinto.
- (2002). El barco de las ilusiones. Imprenta kadmos.
Pérez, S. A. (2012). “Nika Turbiná, historia de un destello”. Revista Jot down. https://www.jotdown.es/2012/04/nika-turbina-historia-de-un-destello/
Rimbaud, A. (2018). El barco ebrio. Poesía reunida. [E. González., E. Labrador., y A. Madero, trads.]. Editorial el perro y la araña.
Robb, G. (2000). Rimbaud. Editorial Picador.
Turbiná, N. (2018). La infancia huyó de mí. [N. Litvinova, trad.]. Editorial Llantén.
Yordan Arroyo (San Ramón, Costa Rica, 1995). Es máster en Textos de la Antigüedad Clásica y su Pervivencia por la Universidad de Salamanca, y aspirante a doctor por esa misma institución. Colabora en diferentes revistas literarias, entre ellas principalmente, Nueva Poetry Review, Círculo de Poesía y Kametsa. Es director y fundador de la revista literaria Ajkö Ki. Posee varios artículos académicos, reseñas, crónicas y ensayos publicados en libros, periódicos y revistas. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, indonesio, portugués e italiano. Fue ganador del Certamen de Poesía Birkat Elohim en Argentina. Es autor de las ediciones críticas de poesía: Bitácora de 13 navegantes en Pan de mar. Colectivo Poético Costeño y Altar de piedras bronceadas. Muestra de poetas en Salamanca (1973-2023).

Notas
[1] Por edad temprana, en este caso, se consideran aquellas publicaciones en donde los autores tenían un máximo de veintidós años de edad, aunque de mayor interés, por lo menos para el presente estudio, aquellas que se publicaron en épocas de niñez y adolescencia.
[2] Único poemario que publicó en vida. Su poesía reunida (1863-1869) es póstuma.
[3] Cuatro años más tarde, en 1988, se reeditó, agregándole más poemas.
[4] No obstante, debido a que es una antología, el mismo autor comenta, en conversación personal, que para él su primer libro es Tiempos de vida y muerte (2001).
[5] Sin embargo, se agrega a esta lista porque ya con 16 años fue apodado, por Víctor Hugo, como el “niño Shakespeare”.
[6] Con esto no se pretende decir que los datos de esta investigación sean definitivos, están abiertos a discusiones y nuevos aportes. No obstante, tras una búsqueda lo más detallada posible, se es consciente de la dificultad de hallar un caso anterior al de Pérez Alencar y que además cuente con la calidad de muchos de sus poemas, entre los cuales, dentro de la selección hecha por el propio autor, de la primera parte, poemas escritos entre los doce y trece años de edad y no incluidos, por supuesto, en su ópera prima; destacamos, a criterio personal, por su madurez y buen contenido, “Comprensión del mañana”, “En la palabra” e “Infancia”.
[7] Como dato de interés y como si planeado fuera, en el mismo año, 2002, cuando murió Turbiná tras lanzarse de un quinto piso, Alencar publicó su libro El barco de las ilusiones.
[8] Recomendable es la lectura del poema “Construcción de la palabra”, en donde la voz lírica manifiesta su necesidad de indagar quién es y por eso se autodefina como una palabra triste y a la vez alegre; tales preocupaciones también se hallaban en los intereses temáticos de Turbiná, ejemplo, “Un poema”, en donde, siguiendo la traducción al castellano de Iván García, la voz lírica dice: Pero ¿quién soy? / ¿Y en dónde he de buscarme? / ¿Cómo respondo a todas estas voces / de la naturaleza?
[9] Normalmente se le presenta como el poeta no como la poeta.
[10] Menciona Pérez (2012), “[…] la poeta rusa Nika Georgievna Turbiná (1974-2002), estrella tan precoz que a su lado Rimbaud parece un aprendiz.” (párr. 2); “[…] Con tres años empezó a recitar usando un lenguaje lleno de metáforas e imágenes poéticas que su madre y su abuela redactaban, y con cuatro escribió su primer poema” (párr. 3).
[11] Según Balistrieri (2022), “A los tres años, obedeciendo a una voz del más allá, comenzó a recitar poemas que su madre y su abuela redactaban. Cuando el escritor Julián Simónov la conoció quedó estupefacto, Nika tenía seis años en ese entonces y ya escribía poemas por sus propios medios” (párr.2).
[12] En la casa de la familia Pérez Alencar se encuentran grabaciones de José Alfredo de niño recitando poemas y hablando de literatura, valdría mucho la pena recopilar dicho material y publicarlo. Cabe recordar que la ópera prima de Turbiná venía acompañada de un disco con grabaciones de versos recitados, lo que le permitió vender más de 30 000 ejemplares en la Unión Soviética y ser traducida en doce lenguas.
[13] Caso similar al de Nika Turbiná, quien desde los tres años, como si una necesidad de supervivencia fuera, construía poemas de manera oral mientras golpeaba el piano.
[14] Unamuno, a quien su padre, Alfredo, también le dedica uno de sus poemas incluidos en el libro El sol de los ciegos (2021, p. 112). Véase mi reseña “Fue, es y será en El sol de los ciegos (2021), de Alfredo Pérez Alencart”, publicada en la prestigiosa revista de literatura Círculo de poesía https://circulodepoesia.com/2021/12/sobre-la-poesia-de-alfredo-perez-alencart-texto-de-yordan-arroyo/
[15] En el diario “ABC” aparece lo siguiente: “El ambiente paterno, el ir venir de poetas españoles e hispanoamericanos por la casa familiar y las precoces lecturas de García Lorca o Antonio Machado propiciaron que «un día vi una luz interior en mi corazón -escribe el niño-poeta en el prólogo del libro-. Debido a la emoción se me rompió el corazón y todo cambió. Me adentré en lo profundo de mi amor y descubrí la poesía y a partir de ese momento cambió mi vida»” (párr. 5).
[16] Esto ha permitido que en la actualidad posea, además, una muy importante carrera en el mundo del derecho, en donde ha publicado varios aportes, entre ellos el libro Iuris Tantum (2020), así como en el cine, campo en el que publicó el libro de crítica Pasiones cinéfilas (2020). Frente a este último dato, cabe agregar que Nika Turbiná fue una gran apasionada del mundo del cine e incluso, llegó a actuar, en 1989, en la película “Ocurrió en el mar” (Этобылоуморя), en donde ya mostraba un adelanto de lo que años treces años más tarde sería una realidad, su suicidio, asunto del cual habló, en 1997, en un programa de entrevistas el cual fue rechazado por su temática. Todo apunta a que Nika construyó su vida desde la propia ficción.
[17] Según Pérez (2012): «[…] con ocho redactó uno de sus poemas más famosos, una declaración de intenciones de su obra poética, en la que afirmaba que su intención final era “convertir el sabor amargo de los días en palabras”» (párr. 3).
[18] Destacaba, totalmente, entre sus compañeros de secundaria, era un lector feroz y con una capacidad cognitiva muy alta, destrezas que lo llevarían a emprender una controvertida relación con Paul Verlaine, quien en 1873 casi acaba con la vida de Rimbaud luego de propiciarle un disparo en la muñeca.
[19] Además, como no todo fue positivo, según Balistrieri (2022), “Nika padeció insomnio hasta los doce años. Con cuatro años sufría de asma y desarrolló miedo al sueño porque sentía que se ahogaba. Según ella, los poemas se sucedían en su cabeza y, al mantenerla despierta, eran su único consuelo. A pesar de que la llevaron a consultas de diversos médicos, no consiguieron solucionar sus problemas de sueño. Sólo a partir de los trece años, cuando empezó paulatinamente a dejar de escribir, Nika consiguió perder el miedo al sueño” (párr. 4). Años más tarde, igual que sucedió con Rimbaud, caería en el mundo del alcohol y se retiraría muy joven de la escritura, en su caso, por suicidio a los veintisiete años y en de Rimbaud, aproximadamente a los veinte por decisión propia y además, por su próxima muerte a los treinta y siete.
[20] Poema escrito a sus diecisiete años de edad.
[21] Verbos como “comprender”, “descubrir” y otros relacionados semánticamente con la duda, dan paso a la identidad poética de un yo lírico que tiene muchas interrogantes a su alrededor; es imposible, si no se tuviera el dato, saber que es un niño de ocho años quien escribió tales versos.
[22] Esto se denota en el epígrafe inicial, escrito por el propio autor: Poesía, a ti te debo / el nuevo día.
[23] Tal y como Turbiná, quien según Pérez (2012) decía lo siguiente: «“Sufro porque vivo”, respondió tranquilamente. “El mundo no tiene color. Algunas personas están muriendo, algunos niños están muriendo y, con mis poemas, pretendo romper esos muros que separan el mundo”» (párr. 3).
[24] Edición bilingüe portugués-castellano.
[25] Esto denota el impacto que ha tenido el pensamiento de Nietzsche y sus aforismos en la poesía de este autor. Justamente, el 2 de mayo de 2022, publicó una selección de aforismos de este filósofo, poeta, músico y filólogo alemán en la revista “Crear en Salamanca”.
[26] Véase el espíritu crítico en el poema “Serás un apátrida más”.
[27] En su reciente poema “Única certeza el amanecer”, la voz lírica es consciente de que hay errores de los cuales se aprende, no busca una vida perfecta, sino una en la cual pueda crecer, pues el conocimiento, así como el amor, son dos medios de vida muy importantes en su obra: Hay errores que alimentan / lo más recóndito del espíritu.
[28] Véase el poema de infancia “Luz que no falla”.
[29] Véase el poema de infancia “La estrella del universo”.
[30] Véase el poema “En el frío de la noche”, en donde la voz lírica duda sobre la realidad de esa amada: ¿fuiste real o tan solo / te dibujé en mi memoria.
[31] Cabe agregar que Turbiná también le dedicó un poema a su madre: Cuando me siento sola, / me falta la sonrisa / de tus ojos. / Mirándome, / tus ojos lloran.