“Los largos viajes solo conducen al lugar común,
a la esquina terrible en la que te aguardan
los rostros conocidos”.
Pío E. Serrano
Ahora sé que donde exista un lugar en donde confluyan la poesía, el amor y los niños que se asoman en los ojos de los poetas, allí se sitiará el asombro.
Del 13 al 16 de octubre de 2024, se llevó a cabo el XXVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos en Salamanca- España, liderado por el reconocido poeta Alfredo Pérez Alencart, al cual tuve la fortuna de ir gracias a un milagro. Sí, recuerdo que cuando recibí la carta de Alfredo, pasaba por una lamentable situación económica, además de una maraña de situaciones emocionales muy fuertes, en la que la posibilidad de salir del país, no era una alternativa coherente. Sin embargo, y confiando en que aquella participación pudiera ser posible, confirmé mi asistencia con una seguridad que ni yo me la creía.
Los meses fueron pasando y poco a poco mi situación interna y externa fue mejorando, o, creo que el hecho de haber lidiado diariamente con la enfermedad fulminante de una tía que se alojó en casa, me dieron fuerzas para seguir y para imprimirle a ella algo de amor en sus últimos tiempos. “Estoy en deuda contigo ¿cómo te pago mochi?”, me decía Luz Ma. “Sacando y dejando todo ese dolor atrás y sonriendo cómo nunca lo hiciste”, le dije. Y mi tía sonrió como nunca lo hizo, a pesar del dolor de la enfermedad y de la tortura que le implicaba depender de otros cuando siempre fue una mujer extremadamente independiente. No sé, por qué la traiga a colación, pero es que el universo o Dios, tiene unas maneras extrañas de obrar en nosotros, que en principio no comprendemos, pero que luego “en el silencio hallamos la respuesta”, como diría Pío E. Serrano. Entonces la vida quizás me estaba preparando para llegar a esa gran celebración con las mejores energías, y disfrutarla como si fuera una eternidad en un instante.

En el camino de casi 10 horas de vuelo, leí a la actual premio nobel Han Kang, y su libro La vegetariana. La forma en cómo un sueño te puede trastocar tanto, que te puede hacer cambiar tu rutina por completo de un momento a otro, me volvió a sacudir, y es que los despertares son así, brutales y repentinos. “Existes y luego piensas”, no al revés cómo diría el filósofo.
Pienso que nada es casualidad, ni la lectura de ese libro, ni lo sucedido anteriormente, ni el hecho de viajar en octubre a este maravillo encuentro. A pesar de cumplir años el último día de este mes, y de que este sea un mes fiestas y disfraces, una inexplicable nostalgia me embargaba para estas fechas. Afortunadamente eso quedó atrás, y más ahora en que al igual que la protagonista de La vegetariana, un cúmulo de recuerdos llegan a impresionarme tanto que mi rutina y estado cambian.
Al llegar al aeropuerto de Barajas, pedí al universo no perderme y la posibilidad de que me enviara un ángel, y en la estación de autobuses me encontré a la laureada poeta costarricense Nidia Marina González, quien iba a recibir el Premio Pilar Fernández Labrador en el marco del Encuentro, y quien al igual que yo, iba para el colegio Fonseca en donde nos íbamos a hospedar.
A pesar del cansancio, trataba de no cerrar los ojos para ver el paisaje a través de la ventana, pero estos se cerraron por un tiempo prolongado hasta despertarme en un hermoso cuadro de figuras de piedras como si fueran esculturas o personajes, y recordé mi poemario Árboles de piedra, aún sin publicar, y todo lo que había trabajado con la metáfora de la piedra. De hecho, el poemario nació a partir de una visión similar en un lugar remoto de mi territorio. “La poesía y sus formas mágicas de manifestarse”, pensé.
Llegamos a Salamanca y allí el poeta Yordan Arroyo nos recibió y nos acompañó hasta el hotel. Alfredo y José, estaban en la entrada, y aunque no me reconocieron al principio, saludarlos fue como abrazar a una nueva familia.

La edificación de más 1.500 años, era extremadamente única, pero a pesar de ser la primera vez de haber estado allí, tuve esa sensación de haber reconocido ese lugar de tiempo atrás, y es que precisamente el tiempo se convirtió en un símbolo poético durante toda la estancia, el pasillo de mi habitación estaba lleno de relojes antiguos de todos los tamaños y diseños, señales de que el tiempo se detiene en algunos lugares para volver eternos los instantes únicos.
Ese día, domingo 13 de octubre, leí en el Teatro Liceo, un teatro a la italiana construido a mitad del siglo XIX sobre las ruinas de un convento, cerrado en 1994 y reconstruido en 2002, una obra de arte en su totalidad. La emoción no podía ser mayor, iba a leer en un teatro, mi segundo amor artístico. Allí leí junto a los colombianos Miguel Iriarte y Luz Mary Giraldo, a quienes admiraba profundamente, y otros poetas que después fui leyendo y conociendo, y atesorando su esencia como un regalo: Homero Carvalho, Leonardo Nin, Patricia Denegri, Omar Aramayo, Lizette Espinosa, Harold Alba, entre otros.
Martha Elena Hoyos, cantautora colombiana, a quien había conocido unos años antes en Cereté, conmovió hasta las lágrimas a algunos colegas latinos como mi querida compañera de cuarto Karín Chirinos, peruana radicada en Italia, con su concierto: Abrazo de mestizajes / América en mi piel.

Así, de esa manera, la poesía fue hilando energías y presencias mágicas, metáforas, sonrisas, amistades y toda una hermandad. No puedo dejar de mencionar a ese grupo de mujeres poderosas que conocí y con quienes comparto esa conexión con el teatro: Maru Bernal, Patricia Denegri y Karín Chirinos. Las escuchaba hablar embelesada de sus luchas, de sus proyectos, y cómo diga Denegri en uno de sus versos este vínculo fue algo así como: “saber que no nacimos del mismo vientre, no ha sido motivo para no sentirte hermana. Solo me basta ver tus ojos que miran lo que yo, para saber que hay un lazo especial fabricado para nosotras”. No necesito verlas actuando en un escenario, para saber lo grandes que son.
El 15 de octubre, tuve la oportunidad de leer en el Aula Magna de la facultad de filología de la Universidad de Salamanca. Allí compartí espacio con Hugo Francisco Rivella de Argentina, Homero Carvalho (Bolivia) Patricia Denegri (Perú) Gloria Díez (España) Patricia Gutiérrez (Bolivia) y Miguel Iriarte (Colombia) bajo la coordinación de Eva Guerrero, profesora titular de Literatura Hispanoamericana. Cada uno con su estilo, leyó sus versos y hasta hubo un pequeño espacio para hablar sobre por qué escribir poesía.

Creo que, como diría Homero Carvalho, «Poesía son esas palabras que nos recuerdan algo, pero que nunca sabremos qué es. La poesía sucede cuando Dios y el diablo se descuidan y nos dejan ser plenamente humanos». Y en Salamanca, no solo escuché y leí poesía, también la viví, cuando Karín y yo bailábamos bajo la lluvia al compás de una guitarra Salmantina a las afueras de la catedral, o cuando caminé sus calles salidas de los libros y de los sueños, interactuando con presencias que ya eran cercanas para mí, solo faltaba reencontrarnos en otros cuerpos y otros rostros, porque en “el lugar de los poetas, el amor no es una búsqueda, es la celebración de los encuentros”, diría Carvalho, y aunque “el mundo puede ser un eclipse, la eternidad somos nosotros”, Alfredo Pérez Alencart.
Ahora sé que donde exista un lugar en donde confluyan la poesía, el amor y los niños que se asoman en los ojos de los poetas, allí se sitiará el asombro, aunque este no me quepa en la memoria, en donde los recuerdos se convierten en un sueño eterno.
Posdata: Me tomé el trabajo de leer a todos poetas en la Antología del Encuentro, y la calidad es impresionante y resistente como la ciudad de piedra. Gratitud infinita.

Carmen Alicia Pérez Gómez (Cereté, Colombia – 1992). Licenciada en Lengua castellana de la Universidad de Córdoba, especialista en gerencia de proyectos, maestrante en Estudios Avanzados del Teatro, poeta, actriz, dramaturga. Textos de su autoría han sido publicados en medios impresos y virtuales de carácter local, nacional e internacional. Ha participado en importantes eventos literarios, como la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el Encuentro Nacional e Internacional de Mujeres poetas de Cereté, Festival Internacional de Poesía de Medellín, festival Wine and Poetry (Chile) entre otros. Ha sido miembro activo de innumerables colectivos artísticos. Finalista en el concurso nacional de poesía Casa Silva, “la palabra, espejo sonoro” (2019). Ganadora del primer concurso internacional de poesía, “Manuel Zapata Olivella” XVIII Parlamento Internacional de Escritores Cartagena de Indias 2020. 2do puesto en el premio internacional de poesía Luigi Vanvitelli (Italia, 2024). Libros publicados: Silencio en el espejo (2020) Poemas de la Sed (2023) Obras inéditas: Árboles de piedra (poesía) La Casa (teatro) Olvido (cine) Círculos (teatro) Burdel poético (teatro). Actualmente es integrante del colectivo de mujeres escritoras “Volverán las oscuras golondrinas” y fundadora del colectivo de mujeres artistas de Montería, “Teatro nómada”.


Imagen de cabecera: Carmen Alicia Pérez, leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca (foto de Angel Luis Holgado)
One thought on “Carmen Alicia Pérez: “Salamanca, un lugar para sitiar el asombro, entre los recuerdos y la ensoñación””
Elizabeth 28/10/2024 at 7:17 pm
Hermoso tu recorrido querida amiga poeta. Recuerdo justo los momentos cuando te decía que había que bajar al fondo del pozo para poder volver a salir a la luz.