Salmo 19
Las obras y la palabra de Dios
Al músico principal. Salmo de David
Los cielos cuentan
la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia
la obra de sus manos.
2 Un día emite palabra a otro día,
Y una noche a otra noche
declara sabiduría.
3 No hay lenguaje, ni palabras,
Ni es oída su voz.
4 Por toda la tierra salió su voz,
Y hasta el extremo del mundo
sus palabras. Ro. 10.18
En ellos puso tabernáculo
para el sol;
5 Y éste, como esposo
que sale de su tálamo,
Se alegra cual gigante
para correr el camino.
6 De un extremo
de los cielos es su salida,
Y su curso hasta
el término de ellos;
Y nada hay que se esconda
de su calor.
7 La ley de Jehová es perfecta,
que convierte el alma;
El testimonio de Jehová es fiel,
que hace sabio al sencillo.
8 Los mandamientos de Jehová
son rectos, que alegran
el corazón;
El precepto de Jehová es puro,
que alumbra los ojos.
9 El temor de Jehová es limpio,
que permanece para siempre;
Los juicios de Jehová son
verdad, todos justos.
10 Deseables son más que el oro,
y más que mucho oro afinado;
Y dulces más que la miel,
y que la que destila del panal.
11 Tu siervo es además
amonestado con ellos;
En guardarlos
hay grande galardón.
12 ¿Quién podrá entender
sus propios errores?
Líbrame de los
que me son ocultos.
13 Preserva también
a tu siervo de las soberbias;
Que no se enseñoreen de mí;
Entonces seré íntegro, y estaré
limpio de gran rebelión.
14 Sean gratos los dichos
de mi boca y la meditación de
mi corazón delante de ti,
Oh Jehová, roca mía,
y redentor mío. [1]
El salmo 19 es un salmo de alabanza. Nos presentar la creación de un universo que nos habla de la majestuosa grandeza de Dios, de su poder y bondad. Al leerlo aparecen varios escenarios que se entrecruzan proyectando un constante diálogo con la creación, y una óptica en la que el lector tendrá que afinar su corazón para escuchar el maravilloso lenguaje de los astros, y ver las cosas que solo pueden verse a través de una armoniosa relación con Dios; y, desde la perspectiva de nuestra realidad cotidiana, una dimensión celestial donde el salmista irá organizando distintos cuadros alrededor de un tema central: la creación del universo y el lenguaje que lo rige, pero también la perfección de la Ley divina para quienes confían en Jehová. De ahí que desde el primer versículo, hasta el séptimo, el firmamento semejará una gran carta abierta que confirma la existencia de Dios. Por un lado, el espacio sideral estará descrito en un lenguaje en el que los cielos mismos expresarán la maravillosa obra del Creador y, por otro, las excelencias de la Ley que transforman el corazón.
Si nos detuviéramos por un momento a observar la noche estrellada ¿qué podríamos decir del firmamento? ¿qué lenguaje podría describirlo? Posiblemente no sabríamos explicar lo que sentimos: una estrella y cientos de estrellas y millares de astros esparcidos como pequeñas manchas luminosas esparcidas por el firmamento. Pero el cielo es mucho más inmenso de lo que vemos, y nos recuerda nuestra pasajera condición humana ante un espectáculo que día tras día refleja la majestuosa obra de Dios:
Los cielos cuentan
la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia
la obra de sus manos.
Estos versículos presentan el escenario universal donde los cielos hablan de un lenguaje gráfico y preciso. El verbo “contar” ya expresa un suceso, un acontecimiento revelado a través de la obra de Dios. Los cielos son anunciadores no de un mensaje convencional, sino de una escritura silenciosa cuya base fundacional se origina en la omnipotencia de Dios. Los cielos y el firmamento son, pues, entidades representativas de ese mensaje revelado a la humanidad [2]. Ambos manifiestan, de modo paralelo, la bondad de la palabra divina desde el principio de la creación: “En el principio creo Dios los cielos y la tierra” [3]. Estos cielos revelan una historia que desde el comienzo de su fundación nos habla de las maravillas de la creación [4].
2 Un día emite palabra a otro día,
Y una noche a otra noche
declara sabiduría.
3 No hay lenguaje, ni palabras,
Ni es oída su voz.
4 Por toda la tierra salió su voz,
Y hasta el extremo del mundo
sus palabras. Ro. 10:18
Los conceptos representados en los versículos 2, 3 y 4 apuntan hacia la idea circular del tiempo, del día y la noche por cuya voz habla el universo. Funden en una misma unidad el lenguaje divino que proyecta la voz recurrente, reveladora de la creación y las bondades eternas de Jehová: “Todas las cosas por él fueron hechas, / y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”, advierte Juan en su Evangelio (Jn. 1: 3-4). Dios es quien creó y sustenta el universo. Los cielos muestran su sabiduría y son un “…testimonio del universo (…) consecuente y claro, pero la pecaminosa humanidad lo resiste de forma persistente. Por esta razón, la revelación general no puede convertir a los pecadores, pero los hace enormemente responsables… ” [5]. Ciertamente no puede haber excusas para quienes viven de espaldas a Dios, ya que la creación misma es un vivo reflejo de su existencia. Pero el lenguaje celeste no es un lenguaje convencional, no requiere de un conjunto de reglas gramaticales sino de la simple observación por las que están dispuestas las cosas y de cómo el propio universo comunica el mensaje eterno. Este lenguaje no tiene nada que ver con la ciencia moderna o el desarrollo del conocimiento humano. Por lo contrario, el inefable esplendor del universo está dispuesto para el deleite de la gloria de Dios, y constituye en sí mismo una manifestación de su poder. Una importante referencia de lo que aquí mencionamos la podemos ver en el capítulo 38 del libro de Job:
(…)
4 ¿Dónde estabas tú cuando
yo fundaba la tierra?
Házmelo saber,
si tienes inteligencia.
5 ¿Quién ordenó sus medidas,
si lo sabes?
¿O quién extendió
sobre ellas cordel?
6 ¿Sobre qué están fundadas
sus bases?
¿O quién puso su piedra angular,
7 Cuando alababan
todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban
todos los hijos de Dios?
Como notamos, el lenguaje de estas preguntas fija una verdad absoluta. La voz de la palabra divina, impregnada de sabiduría, recorre los confines del planeta publicando las razones para alabar a Dios [6]. El versículo 4 del Salmo 19 habla de una voz que salió por toda la tierra hasta que las palabras llegaron al extremo del mundo. ¿De quién es esa voz? ¿Cuál es el extremo del mundo? La voz podríamos entenderla como una metáfora del firmamento, una voz invisible cuyo aliento de vida es transferido por Dios a la humanidad, una voz que busca inundar de luz los corazones. De hecho, el mismo apóstol Pablo utiliza una porción del Salmo 19 para recordarles a los recién convertidos de la iglesia en Roma, lo siguiente: “…la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Pero digo: ¿No han oído? Antes bien”:
Por toda la tierra ha salido la
la voz de ellos,
Y hasta los fines de la tierra sus
palabras. (Ro. 10: 17-18) [7]
En este contexto, el mensaje de Pablo era advertirle a Israel que Dios siempre es soberano. Y desde el principio de la creación, y en su infinita misericordia, confeccionó el plan de salvación que a través de los siglos alcanzaría a toda la humanidad. Pero en el transcurso de su historia, y por su actitud racial, Israel no podía entonces comprender la magnitud del amor de Dios hacia todos los pueblos de la tierra [8] . Utilizando la analogía esposo=sol / tabernáculo=tálamo, el salmista expone el amor de Jehová hacia la humanidad. Su luz, igual que el resplandor solar, alumbra cada rincón de la tierra traspasando los lugares más recónditos del planeta. De este modo crea una expresión proyectada en la plenitud de la palabra divina. Esto lo notamos también en los Salmos 146 y 147. Por ejemplo, en los versos siguientes: “El cual hizo los cielos / y la tierra, / El mar, y todo / lo que en ellos hay…”, (Sal. 146: 6); y más adelante: “Él cuenta el número / de las estrellas; / A todas ellas llama / por sus nombres” (Sal. 147:4). Estos versos, inspirados por el Espíritu, son celebratorios de la omnisciencia y omnipotencia del Creador del universo. Se habla también de los cielos como divulgadores de la palabra divina, particularmente en el verso 89 del Salmo 119:
Para siempre, oh Jehová,
Permanece tu palabra
en los cielos.
Al volver la mirada a los versículos del Salmo 19 notamos al sol comparado con “un esposo que sale de su tálamo”, y también “cual gigante para correr el camino”. Este lenguaje poético impregna de belleza superior al firmamento para que contemplemos la creación [9] pues este contemplar, este deslumbramiento es un referente visual que transmite no solo un estado de ánimo, sino también un llamado a detenernos en los caminos como en la antigüedad advertía al pueblo el profeta Jeremías: “Así ha dicho Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntar por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma.” (Je. 6: 16). Ahora bien, el Salmo 19 no varía en su forma estructural pero lo caracteriza un doble plano. Esto puede observarse en el giro de perspectiva que comienza en el versículo 7, y se prolonga hasta el final del Salmo (vv. 8-14). Esta secuencia nos advierte que muchos salmos no poseen una estructura rígida, sino que contienen versos que a veces anexan situaciones paralelas que diversifican la idea central. Por eso observamos salmos que desarrollan y exponen más de un motivo. Por ejemplo, en los versículos a continuación observamos cómo el salmista resalta las exigencias de la Ley, apartándose en el verso 7 de adelante de aquella primera visión del firmamento que presentaban los primeros versos.
7 La ley de Jehová es perfecta,
que convierte el alma;
El testimonio de Jehová es fiel,
que hace sabio al sencillo.
8 Los mandamientos de Jehová
son rectos, que alegran
el corazón;
El precepto de Jehová es puro,
que alumbra los ojos.
9 El temor de Jehová es limpio,
que permanece para siempre;
Los juicios de Jehová son
verdad, todos justos.
10 Deseables son más que el oro,
y más que mucho oro afinado;
Y dulces más que la miel,
y que la que destila del panal. [10]
En este segundo apartado (vv. 7-14) entramos en otro contexto, una relación personal con Dios según la ley, reflejada a su vez en el estilo de vida del creyente. El salmista pasa ahora a considerar los beneficios de la ley centrándose en la conducta humana, los estatutos y los mandamientos de Dios. Es decir, la ley vista a la luz de la vida social y espiritual del pueblo hebreo durante el AT; y, siglos más tarde, según a la fe y la gracia en los nuevos creyentes del Evangelio como muestran las cartas paulinas. En esta sección del Salmo que venimos comentando (vv. 7-14), podríamos pensar en dos columnas para el propósito que de cada versículo. Por ejemplo:
Columna A Columna B
Ley | Conversión del alma |
Testimonio | Fidelidad |
Mandamientos | Rectitud y alegría del corazón |
Precepto | Pureza |
Temor | Limpieza / Permanencia |
Juicios | Verdad / Justicia |
COMPARACIONES: Los juicios son como: oro / oro afinado / panal de miel
CONSECUENCIAS de la amonestación: revelación de los errores ocultos
PROPÓSITO de la amonestación: Revelación / eliminación de la soberbia / mostrar pecados ocultos / evitar el señorío del pecado
RECOMPENSA: Limpieza / gratitud / expresión manifiesta del corazón
SÍMBOLOS DE FORTALEZA: Dios es Roca eterna / Dios es nuestra redención
En base a la ley se irán proyectando otros conceptos, como cuando se arroja una piedrecita en las quietas aguas de un lago así irán desprendiéndose las ondas de la ley para ampliarse en la vida del creyente: “La ley de Jehová es perfecta, / que convierte el alma” (v.7) . Ciertamente esta ley implica las expresiones que observamos a través del Salmo. He aquí el siguiente contenido:
a) testimonio
b) mandamientos
c) preceptos
d) temor
e) juicio
f) justicia
Surgen de estos conceptos varias ramificaciones. En el propósito soberano de Dios la ley fue dada como una guía para el pueblo judío, y no constituía por sí misma un plan de salvación [11], fue dada para hacer consciente al pueblo del pecado. Por tanto, la ley debía manifestarse en la conducta personal y la vida social del pueblo judío. Vemos cómo esta parte del Salmo refleja los elementos que integran la ley. Y aunque la ley no salva, ni podía salvar, proveía en el AT un camino perfecto para que el pueblo hebreo pudiera acercarse a Dios. Esta relación con la ley es la que el salmista enfoca y resalta junto a su visión del firmamento. Pero en el Evangelio, el atractivo de la ley y su vitalidad no es lo que significó durante el período histórico del viejo pacto. La nueva interpretación la ha dado ahora Pablo a través del espíritu: ¨Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley” (Gá 5: 18). Esto quiere decir que habría que esperar que ocurriera el primer advenimiento de Cristo y la conversión de Saulo [12].
En el versículo 11 (“Tu siervo es además / amonestado con ellos”) vemos cómo se exponen los juicios mencionados anteriormente (vv. 9-10). La intención en ellos se prolonga para mostrar la causa y el efecto de esa amonestación de los juicios de Dios. Y es lógico que así sea, pues para que se lleve a cabo algún juicio es necesario primeramente que exista la ley. Los juicios de Jehová expresan su ley soberana [13] y el salmista los describe como amorosas amonestaciones. Sin embargo, para que estos juicios sean eficaces en la vida del creyente es necesario que este los guarde en su corazón pues son justos y son verdad. Además, conllevan un hermoso galardón, es decir, poseen un gran premio, contienen una gran riqueza espiritual. Por otro lado, la pregunta que surge en el versículo 12, nos hace mirar otro plano. Nos detenemos un momento para tomar conciencia de algo que antes no habíamos pensado. Hacemos un alto en la lectura sobre el siguiente cuestionamiento: “¿Quién podrá entender / sus propios errores?”. La pregunta trae a la mente una reflexión de nuestro propio vivir, el estado de nuestra condición humana y realidad interior. Es decir, la pregunta pone en perspectiva lo más íntimo de nuestro ser, lo que solamente puede ser conocido por Dios. Los rasgos y secretos personales del corazón despiertan la conciencia que refleja nuestra vida cotidiana. ¿Quién en verdad puede comprender sus propias faltas y pecados a menos que tenga una relación sincera con Cristo? Nadie. Concretamente nadie puede justificarse a sí mismo a menos que sea a través de Cristo, Él es el único que puede librar al mundo del pecado. Por eso, la frase que completa el versículo 12 ofrece la solución: “Líbrame de los / que me son ocultos”. Esta porción del verso ofrece la solución conforme a lo que dice el Evangelio, Cristo es el único que puede librarnos. Lo recóndito del corazón, y los malos pensamientos solo pueden ser revelados por Dios. Él es quien puede limpiar el corazón del pecador. En este sentido recordamos aquí lo que el rey David advirtió a su hijo Salomón allá en I de Crónicas: “Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos” [14].
En el versículo 13 entra el concepto de la “soberbia” que se enseñorea del corazón llenándolo de un sentido vano de superioridad. La soberbia conduce a toda gama de sentimientos malsanos y Satanás sabe acomodarse sutilmente tanto en el corazón de los cristianos como también en la vida de los incrédulos. Naturalmente, el salmista reconoce que esta clase de pecado corroe la vida y es totalmente rechazado por Dios, por eso pide ser librado de este mal [15]. La lógica que completa el versículo recae en esa integridad y esa limpieza que ocurre después de ser librado del pecado de las soberbias. Porque las soberbias engendran todo tipo de maledicencia comenzando con el orgullo, la vanidad, la autosuficiencia, la arrogancia, la jactancia, la vanagloria, etc.
13 Preserva también
a tu siervo de las soberbias;
Que no se enseñoreen de mí;
Entonces seré integro, y estaré
limpio de gran rebelión.
Solo siendo librado de la soberbia se podrá disfrutar de una perfecta armonía con Dios, pues el soberbio vive todo el tiempo en completa rebelión contra el Señor [16].
El versículo final concluye con una declaración que conlleva en sí misma una petición. La conjugación del verbo ser en tercera persona del plural (sean) está dada en el modo imperativo del primer enunciado del versículo:
14 Sean grato los dichos
de mi boca y la meditación de
mi corazón de late de ti,
Oh Jehová, roca mía,
y redentor mío.
La idea de este último versículo se sustenta sobre dos entidades: el habla y el corazón. Es decir, lo que declaran los labios debe estar en completa armonía —para quienes se consideran cristianos—con los sentimientos del corazón. En otras palabras, lo que expresa cada uno de estos pensamientos es una declaración consciente de una profunda relación con Dios. Por eso la expresión de la vida de una persona debe manifestar lo que en verdad siente, pues al hablar hacemos una exteriorización de nuestro ser al expresar los sentimientos y experiencias, y lo que habita de forma invisible en nuestra memoria. De ahí que el salmista recurra a la meditación, pues meditar es un acto que requiere una disposición de ánimo y un estar consciente de lo que hacemos. No es meramente dejarse llevar por las emociones o por cualquier tipo de pensamientos. Lo que anhela el salmista es que su meditación sea efectiva y se corresponda con su vida como una jubilosa expresión de su ser, pues Jehová es su confianza, su roca firme y su redentor.
Oh Jehová, roca mía,
y redentor mío.
David Cortés Cabán
Invierno, 2023
Nueva York
Notas
[1] Biblia Reina Valera (1960).
[2] Para el comentario a continuación véase: Biblia de Estudio MaCarthur, Nashville, Editorial Vida, 2015. Título en inglés, The MacArthur Study Bible. (Traducción Luis Magín Álvarez, John A. Bernal, Luis Manuel Contreras, et al.) “…David representa a Jehová como autor tanto de su mundo como de la palabra en un himno unificado. Dios se ha manifestado a la humanidad por medio de estos dos instrumentos. La raza humana queda responsable ante Él debido a sus comunicaciones no verbales y verbales. A la luz de estas intenciones, el Salmo 19 es un elocuente sumario de dos destacados vehículos de la revelación que Dios hace de sí mismo.
- La revelación general de Dios en el mundo (19: 1-6)
- La publicación de los cielos (19: 1-4b)
- La primacía del sol (19: 4c-6)
- La revelación especial de Dios en la palabra (19: 7-14)
- Los atributos de la Palabra (19: 7-9)
- Un aprecio de la Palabra (19: 10-11)
- La aplicación de la Palabra (19: 12-14)”.
Para mi propósito este bosquejo sirve de guía al desarrollo del salmo y enfatiza el sentido que contiene cada versículo independientemente del tema principal. Pero aunque he seguido la división (I, II) como aparece en la Biblia MacArthur: versículos del 1 al 6 primero, y segundo del 7 al 14; no veo la necesidad de subdividir los versos por los atributos pues estos están revestidos ya de la misma naturaleza poética que los exhibe.
[3] Génesis, v. 1.
[4] El Salmo 148, “Exhortación a la creación para que alabe a Jehová”, es también un cántico de alabanza que manifiesta desde los cielos la magnitud extraordinaria de esa exhortación. Comenzando por los ejércitos celestiales (los ángeles), se enfatiza la voz imperativa del salmista: “Alabadle, sol y luna; / Alabadle, vosotras, lucientes estrellas. / Alabadle, cielos de los cielos, / Y las aguas que están / sobre los cielos (Sal. 148: 2-4)”, Biblia RVL, 1960.
[5] Biblia de estudio MacArthur, pág., 706. Ver cita 19: 1-6. La ordenación de los versos se transcribe tal como aparece en la Biblia.
[6] “Dios se ha revelado sucesivamente a través de un doble testimonio: el primero es el de la creación (v. 1-6), lenguaje silencioso pero sumamente elocuente que da a conocer hasta los términos de la tierra su poder y su sabiduría (Hechos 14: 17). Pensemos en la necesaria alternancia de los días y las noches. El regular y el bienhechor curso del sol que reparte a todos su luz y su calor es una constante prueba de la bondad de Dios hacia todas sus criaturas (Salmo 136: 8; Mateo 5: 45).
El segundo testimonio es el de la Palabra (v. 7-11). Santa, justa, buena y espiritual, aun cuando sólo se trataba de la ley dada a Israel (Romanos 7: 12, 14). ¡Cuánto más preciosa lo es ahora que la tenemos completa! Esta excelente Palabra instruye al siervo (v. 12) y alcanza su conciencia (la cual constituye en el interior de todo hombre un tercer testimonio). Saca a la luz tanto sus ocultas faltas (cometidas por error: v. 12) como sus pecados voluntarios: la propia voluntad, fruto de la altivez y del orgullo (ver esta distinción en el libro de Números 15: 27-30). Al principio de la epístola a los Romanos, el mismo triple testimonio de la creación (cap. 1: 20), de la conciencia (cap. 2: 15) y de la ley (cap. 2: 17) está puesto ante el hombre para poner en evidencia su estado y conducirlo a la salvación”. Véase, Jean Koechlin, Comentario diario sobre Salmos. https://bibliacom.org
[7] Ver Biblia de Estudio MacArthur., p. 1561: “Pablo citó esta versión del Salmo 19: 4 de la Septuaginta (la traducción al griego del AT hebreo), con el fin de mostrar que incluso David entendió que la revelación de Dios sobre Él mismo ha llegado hasta los confines de la tierra (cp. 1: 18-20; Jer. 29: 13; Mt. 24: 14; Jn. 1:9; Col. 1: 5-6)”. Ver también, Biblia Reina Valera, (1960), “Epístola del apóstol Pablo a los Romanos”, capítulo 10: 18.
[8] “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.” Efesios, 2: 14-16.
[9] Dependiendo del contexto en el que se utilice la palabra, el sol aparecerá como un símbolo o una referencia para expandir el sentido de la imagen poética. Para ver algunos ejemplos el lector puede ir a los siguientes versículos: “…Mas los que te aman, / sean como el sol cuando sale / en su fuerza” (Jueces 5:31); “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada” (Malaquías 4: 2); “…y se transfiguró su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mateo 17: 2); “Tenía a su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza” (Apocalipsis 1: 17).
[10] Véase William MacDonald, Comentario Bíblico: Antiguo Testamento, Salmos (Título original en inglés, Believer´s Bible Commentary): “La creación revela a Dios como el Todopoderoso, el Dios de poder. Pero Su Palabra le revela como aquel que haciendo pacto entra en relación con Su pueblo. Las obras de Dios revelan Su conocimiento y poder pero Su Palabra revela Su amor y gracia. Las verdades científicas pueden estimular nuestro intelecto, ¡pero las verdades espirituales convencen nuestro corazón y nuestra conciencia! En su elogio de la Palabra de Dios, David la describe no solamente como la ley de Jehová, sino también: el testimonio de Jehová, los mandamientos de Jehová, el precepto de Jehová, el temor de Jehová ylos juicios de Jehová. El salmista atribuye ocho cualidades excelentes a la palabra de Dios: es perfecta, fiel, recta, pura, limpia, duradera, verdadera y justa. Entonces hace una lista de cinco de sus ministerios maravillosos: convierte el alma, hace sabio al sencillo, alegra el corazón, alumbra los ojos y amonesta al siervo de Dios”, p. 40. http://ucis.us 2021/12.
[11] Leemos en Gálatas 10-14: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11) Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá. 12) y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13) Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo aquel que es colgado en un madero), 14) para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu”.
[12] “Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel” (Hechos 8: 3). Véase también, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento, Gálatas (Michigan, Editorial Portavoz, filial de Kregel Publications, 2010). Allí hallamos la siguiente cita: “Más que cualquier otro apóstol, Pablo entendió lo que significaba el yugo de la ley y la libertad de la gracia”.
[13] La justicia de Dios se menciona según el propósito y el contexto al que esté asociado el vocablo. Por ejemplo, en los siguientes pasajes: “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Gn. 15:6); “Sino que el juicio será vuelto / a la justicia, / Y en pos de ella irán / todos los rectos de corazón” (Sal. 94:15); “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio” (Is. 32: 1).
[14] I Crónicas, cap., 28, v. 9.
[15] Muchos versículos sobre la soberbia se mencionan a través de la Biblia. Señalaré aquí solo algunos libros donde el lector podrá hallarlos: Lv. 26: 19; Job. 33:17; Sal. 59:12; Pr. 8: 13; Is. 10:12; Dn. 4: 37; Stg. 4:16.
[16] Ver Miguel Ángel Macías Islas, Los 7 pecados cerebrales, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, Ediciones de la noche, 2015. “La soberbia (en latín, superbia) se identifica como un deseo por ser más importante o atractivo que los demás, fallando en halagar o empatizar con los otros (Abbagnano, 2004)…Desde el punto de vista genérico, la soberbia se define como la sobrevaloración del Yo respecto de otros, y la actitud de superar, alcanzar o superponerse a un obstáculo, situación o bien. Pretenden alcanzar un estatus elevado y subvalorar el contexto. Otra acepción la cataloga como una confianza exclusiva y excesiva en las cosas vanas y vacías y en la opinión exaltada de sí mismo a un nivel crítico y desmesurado (prepotencia)”, pp. 55-56. https://bibliotecavirtualbsgeej.org.mx…
David Cortés Cabán (Arecibo, Puerto Rico, 1952). Cortés Cabán posee una Maestría en Literatura Española e Hispanoamericana de The City College (CUNY). Fue maestro en las Escuelas Primarias de Nueva York y profesor adjunto del Departamento de Lenguas Modernas de Hostos Community College of the City University of New York. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Poemas y otros silencios (1981), Al final de las palabras (1985), Una hora antes (1991), El libro de los regresos (1999), Ritual de pájaros: antología personal (2004) e Islas (2011). Sus poemas y reseñas literarias han aparecido en revistas de Puerto Rico, Estados Unidos, Latinoamérica y España. En 2006 fue invitado al III Festival Mundial de Poesía de Venezuela, y en 2015 a la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN), dedicada a Puerto Rico. Ha participado en los Festivales Internacionales de Poesía de Cali, Colombia (2013), de Managua, Nicaragua (2014) y de Salamanca (2019). En 2014 fue invitado a presentar “Noche de Juglaría, cinco poetas venezolanos”, en Berna y Ginebra, Suiza. Ese mismo año la Universidad de Carabobo, en Valencia, Venezuela, le otorgó la Orden Alejo Zuloaga Egusquiza en el Festival Internacional de Poesía. Reside en la ciudad de Nueva York desde 1973.
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