Colaboraciones

José María Muñoz Quirós: “Mi destino personal y profundo es escribir”. Entrevista de Petruvska Simne

 

En el silencio limpio de mi casa
el tiempo inicia su huida hacia el pasado,
pájaro en el secreto de una rama,
pájaro en la palabra musical de la nieve,
en el abismo por donde asoma
su pico al aire.

José María Muñoz Quirós

Petruvska Simne

La poesía de José María Muñoz Quirós es una punta de flecha que se forja en el fuego vivencial de la palabra. Hurga en todo aquello que nos hace humanos para enfatizar nuestra esencia como parte de la maravilla de existir rodeados de incógnitas y verdades.
Es una poesía de búsquedas, de revelaciones y al mismo tiempo de señalar lo hermoso de esta misteriosa existencia que no sucumbe ante lo transitorio y breve de la vida.
No es una poesía de leer a la ligera, pasando las páginas unas tras otras vertiginosamente, buscando súbitas gratificaciones sensoriales, como se pretende en estos tiempos en los que la inmediatez es la medida de las cosas; es una poesía reflexiva que se agranda en una segunda, en una tercera y en sucesivas lecturas, hasta convertirse en la propuesta que cada lector se apropia como parte de su experiencia personal.  Es imperativo, por eso, tomarse el tiempo necesario para saborear la metáfora, para celebrar la imagen poética, para compartir una visión, muchas veces tortuosa, de la realidad.
Es una poesía sin miedos y sin ambages, que se nutre de lo que nos agobia, de la inutilidad de falsas esperanzas.
José María Muñoz Quirós es un hombre infinitamente discreto, un hombre tranquilo que minimiza sus logros y disfruta totalmente de la compañía de sus amigos poetas, pintores, artistas, y sobre todo de su familia. Desde la adolescencia asumió la poesía como un destino cierto. Llenar cuadernos, hojas sueltas, o diarios, ha sido una costumbre imbricada en su forma de ser. Una absoluta disciplina que ha permitido transformar cada minuto invertido en un poemario en el que muestra su andadura interior.
Entre sus libros publicados se encuentran: Razón de luna (1984), La estancia (1985), Carpe diem (1987), Naufragios y otras islas (1988), Ritual de los espejos (1991), Mar habitable (1993),Memorial (1995), El sueño del guerrero (1995), Rosa rosae (1995), Quince años no es nada (1997), Dibujo de la luz (1998), El cuaderno de invierno (2000), En Ávila mis ojos (2000), Material reservado (2000), El don de la palabra (2002), Celada de piedra (2005), Ausencias (2007), La soledad del pájaro (2007), El color de la noche (2008), El rostro de la niebla (2009). El temblor de las libélulas (2011), El Sueño de los Árboles (2022).
Es, además, licenciado en Filología hispánica por la Universidad de Salamanca, Catedrático de lengua y Literatura, doctor en Teoría de la literatura (Universidad de Valladolid), director de la revista de artes y letras “El Cobaya” y presidente de la Academia de Poesía “Juglares de Fontiveros”.
Entre sus premios podemos mencionar:  Accésit del premio “Adonais” (1990), Premio Nacional de poesía “Tiflos” (1997), Premio Internacional de poesía San Lesmes, Abad, Premio Fray Luis de León de la Junta de Castilla y León. (1997), Premio Internacional de poesía “Jaime Gil de Biedma” (1998), Premio internacional san Juan de la Cruz (2005), Premio “Ciudad de Salamanca (2007), Premio Alfons el Magnanim Valencia (2009), Premio Internacional de poesía Rafael Morales. Talavera de la reina (2016), Premio de las Letras Teresa de Ávila (2018).


– ¿Qué recuerdo lleva marcado de su infancia?

-La infancia es el territorio más intenso de la vida de los hombres y en ese paraíso, que perdemos al asumir la vida, queda la memoria que ha fructificado en la inocencia y en la verdad. Recuerdo de manera absoluta y hermosa la presencia de mi madre, su luz y su seguridad, sus palabras siempre.

– ¿La casa de su infancia estuvo llena de libros?

-En mi infancia, en mi casa, no había muchos libros, pero los fuimos adquiriendo según ampliábamos los estudios mis hermanos y yo, y de manera muy especial yo, que enseguida inicié la biblioteca que sigo completando hasta hoy. La escuela sí tenía una buena biblioteca y leíamos constantemente en ella.

– ¿Es usted el único poeta de su familia?

-Yo soy el único miembro de mi familia que escribe poesía. Una de mis hijas es buena lectora y escribe algunas cosas, pero no sé si desarrollará su capacidad expresiva. No tengo antecedentes, que yo tenga noticia.

– ¿En la sobremesa de los domingos hablan de poesía?

-La poesía no es un tema habitual en la familia, si bien a veces hablamos de ella, sobre todo si hay amigos poetas, artistas y músicos que, con frecuencia, vienen a casa o aprovechamos cualquier tertulia en los lugares en los que compartimos amistad, vino y palabras. La poesía sí que es un tema muy frecuente en mi vida cotidiana en la que convivo sobre todo con escritores y artistas.

– ¿Quién leyó sus primeros poemas?

-Mis primeros poemas los leyó un profesor en tercero de bachillerato (trece años) y esto fue decisivo para proseguir mi camino hacia la poesía.

– ¿Recuerda la primera vez que estuvo realmente satisfecho con un poema suyo?

-No tengo memoria de haber estado nunca, ni tan siquiera ahora, satisfecho de un poema: siempre me parece que es mejorable, que hay que aprender más, leer más, pensar más, escribir también más…

– ¿Toma apuntes para escribir o reescribe y reescribe hasta estar satisfecho con el
poema?

-Mi trabajo siempre es manual en un inicio de escritura, en agendas y cuadernos que siempre llevo conmigo. Una vez acabado el proyecto (yo siempre pienso en forma de libro, de unión, de conjunto) lo paso a un documento en el ordenador, y desde ese momento comienza el pulido y rastreo del poema final, que nunca llega, pero que en algún momento, cuando va a publicarse, tiene que finalizar.

– ¿Qué libro lo ha acompañado a lo largo de su vida?

-Me han acompañado varios libros, y me siguen acompañando, los poemas de san Juan de la Cruz, Platero y yo, La Divina Comedia y antologías de los grandes poemas de la historia de la poesía.

– ¿Cuál de sus libros siente que lo define a usted como poeta?

-Mi mundo poético, creo, no es un solo verso, ni poema, ni libro: yo entiendo mi labor como un itinerario constante, como un devenir en la palabra fundadora, como un camino que es preciso recorrer hasta donde la vida me deje. Todos mis libros son un capítulo diferente y necesario de esa biografía que es la poesía en mí.

– ¿Cuánto de Ávila, su ciudad natal, hay en su poesía?

-Mi ciudad es un espacio vital y enormemente poético. No olvidemos que es la cuna del misticismo de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, y que toda ella es un gran testimonio de la belleza y el pensamiento, de la luz y del silencio.
Como dijo Jorge Santallana (y yo lo tomo para uno de mis libros) necesitamos un “locus standi”, es decir, un lugar para comprender, mirar, intuir y sentir el mundo. Y de la misma manera que para él era Ávila, también lo es para mí esta ciudad medieval y misteriosa, intensa y lúcida, callada y mágica a la vez.

– ¿Da para vivir ser poeta?

-Ser poeta no da apenas para nada, es un género literario (¿o tal vez no es un género…?) que no tiene capacidad comercial, sí un público muy especial pero no un circuito literario como la novela que cuenta con un público que sigue este tipo de libros y los utiliza para su vida cotidiana.
Yo creo que debe ser así: el lector de poesía es un lector “necesitado” de la palabra, consustancial a su vivencia, a su esencia. Es un tema que requeriría un desarrollo amplio, un debate y una consideración especial.
Los aledaños: conferencias, colaboraciones con empresas y libros de artista… pueden dar, además de enormes alegrías y un prestigio necesario, el conocimiento de un modo peculiar de estar en la vida, pero no da para vivir.

José María Muñoz Quirós y el venezolano Enrique Viloria, en Ávila, durante la presentación de un poemario del abulense (Foto de Jacqueline Alencar)

-Hoy ¿está de moda ser poeta?

-No sé si está de moda, pero sí que muchas personas adoptan una condición y una postura que se acerca a ese calificativo. Es más una pose que una verdad poética, una esencialidad y un modo de mirar, de ser, de contemplar y de vivir. Es un “estar” en la poesía, no un “ser” poético.

– ¿Le ha resultado difícil publicar sus poemarios?

-En mis orígenes de escritura, cuando se inicia el itinerario vital del poeta, fue muy difícil; yo recurrí a los premios literarios con publicación y así conseguí editar mis primeros libros. Después todo es más fácil, se interesan por tu obra y te piden, muchas veces, que les envíes un original. Pero los orígenes son complejos y solitarios en el terreno de la edición. Yo no soy partidario de las ediciones del autor, pagadas y sacadas con su esfuerzo. Debería haber otra política editorial. Lo más difícil de un libro es siempre su difusión y su distribución.

-Hay voces que afirman que los concursos literarios están amañados, ¿Qué opina usted?

-Hay que distinguir la tipología de premios literarios: de una editorial, premios oficiales, de un organismo local, municipal, comunitario, de un grupo cultural, de una firma comercial… la tipología diseña el modo de concederse. También la cuantía económica, el sentido de esa publicación… Todo ello repercute en el nivel de “intervención” que tiene cada galardón… Pero a pesar de todo yo creo que sí que hay premios en los que se puede creer, en los que el jurado (que debe ser el responsable) lo haga con honestidad. Yo participo en muchos jurados y puedo afirmar que, al menos en los que yo estoy, intentamos, ante todo, buscar el mejor libro, la mejor poesía que a todos actuemos con el máximo rigor, a pesar de que un jurado no es infalible y puede, y de hecho sucede, que se equivoque.

– ¿Qué significa para usted este homenaje que le rinden en el XXVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, en Salamanca?

-Yo estoy enormemente agradecido y feliz de este homenaje en el seno del encuentro de Salamanca, donde la poesía es el centro, y está presente el mundo iberoamericano y todo lo que ello significa, constituyendo un motivo muy importante de celebración y de poesía. Yo solo tengo palabras de
agradecimiento a quienes lo han hecho posible.

– ¿Qué le da miedo?

-La palabra miedo forma parte de la condición humana, está en la base de su hacer y de su sentir. Tener miedo es temer que algo que no deseas suceda, y todos lo sentimos, mucho más en estos tiempos tan complejos, tan convulsos, tan llenos de inseguridades… Algo concreto que me dé miedo es difícil de señalar. Tal vez lo que más miedo me da es la mentira, el terror de quienes dominan el mundo y que no conocemos, los que en la sombra deciden quién puede alimentarse o quién debe morirse de hambre, las
guerras que se alimentan de las armas fabricadas para hacer la guerra la guerra. El dolor de la tragedia y el terror de la enfermedad. Todo aquello que destruye el sentido fraternal de la humanidad y degrada al ser humano hasta destruirlo.

– ¿Le molestan estos tiempos, inmersos en redes sociales?

-Me preocupa mucho el descontrol de las redes sociales, es decir, la locura desmesurada de una sociedad de lo inmediato, de lo aparentemente universal y que solo es una mezquina insensatez. Creo que las redes sociales y todo lo que implanta esta era de la tecnología debería ser para hacernos mejor la vida, para centrarnos en lo verdaderamente importante. El riesgo es que está ya creando una confusión sin precedentes, un caos emocional, un sentido equívoco de la vida, y que si no lo reparamos, y no sé
si estamos a tiempo, nos puede destruir y deshumanizar de tal manera que el mundo sea otro y otros sus habitantes. Lo único deseable es que se encuentren formas y modos de hacer de todo este maremágnum que estamos viviendo una salida que nos conduzca a la dignidad y a una vida verdadera.

– ¿Por qué escribe?

-Yo tan solo sé que mi destino personal y profundo es escribir, sin un porqué, sin que necesite saberlo, sin tan siquiera que yo me lo pregunte para cerciorarme. Escribir es un estado del ser, una precisa mirada sobre la vida, las cosas y los seres humanos, sobre mí mismo. Tal vez escriba para reconocerme y de esa manera poder reconocer todo lo demás.

Poemas del libro:
EL SUEÑO DE LOS ÁRBOLES

La inmensidad de las noches
puebla mi corazón
de pájaros oscuros.

Alud de nieve negra.

Nada condena
esta manera de vivir,
y es seguro que a nada lleva
este vagar por los bosques del mundo,
por los caminos de otra mañana sin aurora.

(La soledad)

***

Hemos bañado la esperanza.

Hemos retornado a lo perdido
y nadie acude,
y nadie está cercano en este instante.

Reafirmas la verdad de ese misterio
en los ojos del mundo.

(Los ojos del misterio)

***

Atravesando el muro
de los ojos que no miran,
que nada saben,
que atrapan el temblor de su ruta
por los días más claros.

Atravesando el muro
en sus pasos perdidos,
en el remoto itinerario
donde pisas la luz
y queda el fiel reflejo
de un resplandor baldío.

(Pasos perdidos)

***

Siempre es en ese tiempo
donde queda presentida la vida,
donde nace la incógnita
que se adueña de las cosas más libres,
que se abraza a una prisión sin rejas,
que ha precisado siglos de morir lentamente
para seguir viviendo.

Plenitud que he podido vivir en esos años.
¿Hasta cuándo ese momento será lo más hermoso?
No habrá recuerdos nunca.

Nunca podrá engendrarse más amor en su origen.
Será imposible caminar en la noche.

¿Hasta dónde se extiende su ternura pequeña?

Me quedo esperanzado frente al tiempo que vuelve.

(Retornos)

***

La noche es vivir en este encuentro: a veces luz,
y otros días oscuridad
tan negra como tiznados besos.

Ha pasado la vida.

Quienes habitan en tu espacio saben
que fuiste atravesando esos caminos,
cubriéndolos de dudas y de miedos,
de claridades limpias y diáfanas,
de telones de humo.

El mundo así se ha hecho para los indefensos.

Mantienes la memoria
y luego la fragancia del pasado se transforma
en olvido. La larga ausencia elige
volver secretamente hasta donde tú vives.

(Volver al inicio)



***

                                                         “Lo hermoso, aquello que no puede compararse”.

Asume la poesía lo que nombra su existir, lo que forma el conjunto indómito de su curiosidad por la vida, por sus extraños modos de pervivir en lo que sucede cada instante, lo que puebla la emoción del tiempo sucumbiendo en los sueños, haciendo posible que ahora surja la vibración de las palabras.
Asume la poesía
como la rebelión de la mirada,
como el florecimiento insondable
de la luz
en el oscuro preludio
donde se asombra el mundo.

(Surgimiento)

***

“Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.”

Quisiera que mi noche fuese día
y que mi día fuese oscura noche,
que la luz se apagase en cada noche
y la sombra muriese en cada día.

Que la música triste de otro día
renaciese en el alba de otra noche,
y que al volcarse el tiempo siempre en noche
se encendiese de nuevo siempre en día.

Quisiera que el dormir en esta noche
retornase fecundo en otro día,
que todo lo que es noche se haga día,
que todo lo que es día se haga noche.

La voz del mundo cesa cuando el día
duerme callado en brazos de la noche.

(Noche y día.)

Los poetas José María Muñoz Quirós y Alfredo Pérez Alencart en el Casino de Salamanca (foto de Jose Amador Martin)
La periodista venezolana Petruvska Simne



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