Colaboraciones

Mía Gallegos: En torno a ‘Trofeos de caza’, de A. P. Alencart

 

Texto leído por la reconocida poeta costarricense en la Biblioteca Nacional de Costa Rica, el 17 de agosto de 2023, durante la presentación de la amplia antología de A. P. Alencart

Es una difícil tarea reseñar esta antología poética de Alfredo Pérez Alencar que lleva el título de Trofeos de Caza, antología que publica Nueva York Poetry Press, dirigida con el corazón por la extraordinaria y generosa poeta y editora Mar Russo.

Luego de leer todos los poemarios de nuestro poeta, decidí que sus libros o fragmentos de obras ya publicadas, descansan en cuatro ejes que a continuación resumo: poemas inspirados en la hermosísima y amorosa mística española, representada en buena medida por San Juan de la Cruz y otros poetas.  Por otra parte, lo que llamo o defino como conciencia decolonial, Así como la vivencia del exiliado, y por último, la poesía en la que se muestra una vital conciencia ecológica.  De tal manera que me detendré a hablar y reconocer estos cuatro caminos.

La primera parte con la cual se inicia la antología lleva el título de Amoris Causa. Se trata de diez poemas de amor dedicados a su esposa Jacqueline. Es una bellísima colección de poemas erótico místico, donde vemos la fusión del cuerpo y el alma, la fusión del amor que se alimenta de lo sagrado como suele darse en la mística española.

Cito a manera de ejemplo el fragmento final del primer poema de este libro:

Somos respiración del tiempo, princesa,
y es normal esta querencia, esta desnudez perfecta
que se acompaña con el canto de los ángeles,
mientras Dios nos abre su ventana.

A continuación, Alfredo despliega una serie de poemarios que ha ido publicando a través del tiempo, como por ejemplo: Los Éxodos, Los Exilios, publicado por la Universidad San Martín de Porres, en Lima, Perú.  Y aquí veo  al poeta viviendo la aventura de ser un extranjero y mirar desde su origen latinoamericano lo que se le presenta en esta España, que es nuestra en algunos aspectos y novedosa para los ojos americanos, los ojos de los conquistados a partir de 1492.

Cito de ese libro un fragmento, una conciencia que arde en el corazón:

 Irás a patria ajena
y callarás,
y aprenderás
como huérfano sin heredad

Luego surge aún más profundamente, el sentimiento del migrante y dice así:

  Migraste con las mensualidades agujereadas.
Migraste olvidando fantasmas.
Migraste a América en un barco lentísimo.
Migraste a Europa por la reciprocidad intacta.
Migraste sin contar los años.
Migraste porque el cántaro no tenía agua.
Migraste hasta sudar el perfume de tus sueños.
Migraste para pisar la nieve.
Migraste adonde pudiste.

Migraste sin otra alternativa,
rápido en la polvareda, entumecido en la pupila del mar,
desesperado en los puestos de frontera.

El último poema de estos exilios es muy profundo y lírico y lo comparto ahora:

¿CUÁNDO TERMINA EL VIAJE?

Recuerdas
los días antiguos
y tu vida
se llena de futuro.

Preguntas:
“¿cuándo termina
el viaje?, ¿cuándo
se debe volver
al grueso suelo
de la patria?”.

No hay respuesta, pero regresas.

Regresas al lugar de tu partida
para contar las rutas de un viaje
donde el destierro gastó tu rostro
mas no pudo prensarte el corazón.

Algún ojo amable te recuerda
y abre las puertas de su morada
para que reacomodes la nostalgia
mientras seca lágrimas tu sombra.

Y dices:
“El hombre es de su tierra primera”.

Al oírte, alguien clama:
“¡Oh Mundo
que expulsas
y atraes
a tus huéspedes
indefensos!”.


Y yo digo, por todos:
“No exista desmemoria
de los viajes
que fueron éxodos
y exilios”.

¡Oh cruz y la misericordia del espíritu!
¡Oh errancias de impulsos vertiginosos!

En las tinieblas de toda frontera
se dilatan ansiedades, se cristalizan silencios.

Tú, que volviste, ya no callas.
Por eso adviertes:

“Podrá cantar
la muerte, pero al borde
de esta frontera
yo tendré encendida
una luz”.

Demoler los muros para que el hombre eche a andar
o resignificar la palabra “Bienvenido”.

Estos viajes son de ferviente prisa:
saben
donde instalarse
aunque su billete de vuelta no tenga garantías.

¿Sangrar con el llamado?
¿Reintegrarse al origen?

De verdad, ¿cuándo es que se termina el viaje?

“Cuando
no se alargan
los sueños,
pues”.

 

Mar Russo y A. P. Alencart, en San José

Los siguientes poemas están recogidos en el poemario publicado en Oviedo en el año 2019 y que lleva el título de Barro del Paraíso (Ars Poética, 2019)

Vemos aquí la obra de un poeta reflexivo, quien además encuentra sustento en lo sagrado, en la religiosidad.  Esta visión de mundo o Ars Poética va a recorrer esta Antología personal.

A continuación, se recogen poemas del libro El Sol de los Ciegos, que fue publicado en Madrid por la editorial Vaso Roto en el año 2021.

En este poemario resulta sobresaliente la creación y publicación de poemas muy limpios, sencillos, directos, breves que apelan a la síntesis.  Es uno de los libros de Alfredo que más he disfrutado y a continuación muestro un poema a manera de ejemplo:

TALLER

Vi cosas
que no se ven
y me revestí
de lo justo,

amando en carne
y en espíritu,

cual señales
de lo que aconteció
en mí.

Y más que
repetir palabras

las lijé,
como un humilde
carpintero

en su taller.

Esta característica límpida es muy inusual en la poesía de nuestro tiempo.  Me llama la atención que cada palabra está colocada con una precisión única.

De nuevo aquí, en El Sol de los Ciegos, aparece el poema titulado Creación, donde el amor se funde, donde el amor vuela hacia lo místico. El yo lírico del poeta entona estas palabras que má bien parecen un canto:

CREACIÓN

Ningún
susurro de mujer
acompañó
la deseante soledad
de mis días adolescentes.

Ninguna costilla salía
de mi barro.

Entonces cayó una hoja
de exquisita fragancia
y en mi pecho
se hizo carne amantísima,

vibrante llama,
vena de transfusión para
siempre.

Luego empezó
la fecundación del unigénito.

Te ensalivo,
mujer,

te amaso a mí.

En este libro aparece un poema que, en nuestros días, se convierte en un grito contra la guerra. Es un poema que debería ser repetido un y otra vez por todos, por muchos, como una consigna, como una proclama a favor de la paz.

NINGUNA BOMBA HABLA MI IDIOMA

Me estremece
la explosión de la locura
de unos y otros,
implacables
en su afán de conquista,
reconquista
o castigo.

Salvajes los unos,
salvajes los otros.

Llámense ataques o respuestas,
bombardeos a traición
o radiaciones
con largos colmillos.

Hablo de los desquiciados
de ambos lados,
de aquellos que expusieron
a los indefensos.

Reprobación eterna
se merecen,
unos y otros.

Alfredo mira las consecuencias de la guerra, de la supervivencia de los refugiados y dice lo siguiente, como para que nunca lo olvidemos:

CAMPO DE REFUGIADOS

Y estos niños
¿qué combates perdieron
sin haberlos provocado?

Mujeres que solo esperan
para enterrar a sus
criaturas.

Pues yo miraba ancianos
entre el polvo
o el barro de esos laberintos,

hombres enfermos
que ya ni cuentan lo que
han vivido.

Otra vez la gente
agolpándose en el centro
de mi corazón,

otra vez la humanidad
sin entonar su
mea culpa.

 

Gallegos y Alencart por las calles de Salamanca (2024)

Cartografía de las revelaciones es un libro editado por Verbum en el año 2011.  Voy a referir únicamente a un poema en el cual Alfredo Pérez Alencart se compenetra con la cultura inca, cultura milenaria que, pese a los estragos de la conquista y civilización, es de una riqueza esplendorosa en su mitología, tal y como la presenta el poeta. Cito un fragmento del poema para evocar junto a Alfredo la riqueza y el esplendor de esa cultura.

WARI PACHAKUTEK COSECHA LAS PRIMERAS
PAPAS EN EL VIEJO MUNDO

Allpapi papaqa / La papa en el suelo
manan sapallanchu wiñan./ no vive sola.
Sumaq waytayuk qurakunapas / Bonitas flores silvestres
papa ukukunapim wiñarin./ crecen en medio de los papales.


Wari me llamaban porque era protegido de los dioses
y creaba alegrías y atizaba el fuego sagrado del Inti.
Así era mi vida en el Cuzco con mi esposa Warasisa,
flor convertida en lucero para que yo viera su rostro.

A Castilla me trajeron curtidos marineros de las olas.

Aquí vine subido a wiraqocha, a la espuma del mar,
masticando coca la dura travesía para no llorar sangre
y ser un yawarwaqaq que pierde el alimento de los Andes.

En este poema se puede observar en principio, el aporte que el Nuevo Mundo le aportó a España, primero y después a toda la humanidad.  No está demás señalar que en épocas de guerra en las cuales ha habido hambrunas, la papa se ha convertido en un alimento de primer orden.

Por otra parte, se da aquí el mestizaje. Y por supuesto, viene a mi mente el libro de Walter Mignolo, un teórico de los estudios decoloniales, quien dice en su libro La Invención de América Latina lo siguiente:

«América» nunca fue un continente que hubiese que descubrir sino una invención forjada durante el proceso de la historia colonial europea y la consolidaci6n y expansi6n de las ideas e instituciones occidentales. Los relatos que hablan del descubrimiento» no pertenecían a los habitantes de Anáhuac ni de Tahuantinsuyo sino a los europeos. Debieron transcurrir 450 años hasta que se produjera una transformación en la geografía del conocimiento, lo que Europa veía como un «descubrimiento» empezó a considerarse una «invenci6n». El marco conceptual que permitió dar ese giro surgió de la conciencia criolla del mundo de habla hispana y portuguesa”.

Es así que puede una detenerse y sentir y pensar en la hondura de esta cultura y que no por casualidad está presente en la obra de este poeta. Tal y como lo señala Mignolo durante mucho tiempo no se consideró que determinados pueblos fueron considerados como tales y no formaban parte de la historia. Transcribo un fragmento a propósito del tema de la identidad y de la conciencia americanista:

Mi Perú es mío y sólo lo comparto
con quienes hallan en mi voz su tremenda
identidad mestiza
por los cuatro costados.

Sin embargo, España tiene un lugar imprescindible, esencial en la conciencia poética de Alfredo, quien dice así:

 España no se convierte en nube
o en constelación apenas mensurable por el espacio
virgen. España se me endereza en el torso a la señal de brío
o combustión. Y, aunque en tierra,
soy una pupila en las aguas del Tormes fluyendo
hacia el mar de Oporto; soy un Lazarillo
que fija su equilibrio lejos de las delirantes galas; soy
el visitante eterno que cuenta, una a una,
las piedras de su Salamanca.

Quiero agregar solo una reflexión final para no hacer más extensa esta presentación.  Voy a referirme a la conciencia ecológica que encontré en los poemas de Alfredo.

Solamente voy a citar uno de ellos a continuación:

… oh río Amarumayo
donde pesco sábalos,
donde al sol me baño,
¡moja mi epidermis,
bendito río de la vida!
¡inspecciona mis llagas!
¡acuérdate un día más
de este hombre ausente!
Humildes conjuros alejan
de mí boas y caimanes
cuando llegan loros
atraídos por mis oraciones,
cuando el agua turbia
se hace azul conmigo.
Río lento de mi amor,
vuelvo al requerimiento
de tu caudal secreto.
Con las lluvias enjuago
el tiempo alucinado.
Con tus aguas alimento
helechos que llenan espacio.
Los nubarrones no impiden
que descubra lo que es mío
en el barrial de tus orillas.
¿Mas cómo nombro ahora
las hojas tiernas y las guabas
que se desgajan de la arboleda?
¿Cómo expreso mi alegría, cómo
cuento esas intensas estrellas
que veo reflejadas en los ojos
del pájaro perdido que me mira?

Este poema aparece en el libro titulado Madre Selva (Trilce, Salamanca, 2002). Para finalizar, quiero referirme a la complejidad cultural que se aprecia en esta Antología personal de Alfredo Pérez Alencart. Salamanca, Unamuno, Cervantes. Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, sus ancestros incas, todos son presencias, vibraciones.  Pero quizá la más importante sea su amada Jacqueline.

Mia Gallegos en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca. Foto de Alex Lorrys

 

 




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