Tiberíades agradece al destacado poeta José María Muñoz Quirós por permitirnos publicar el prólogo que escribió para el libro “El mar ya no es”, por el cual Marcelo Gatica obtuvo el Accésit del prestigioso Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador”, publicado por Ediciones Diputación de Salamanca.
EL MAR YA NO ES
(o cómo el mar se pierde
en las costas de la noche)
Cuando finaliza el último verso de este libro de poemas, se cierran las compuertas del alma donde el reflejo del agua está dibujando el rostro de quienes pueblan el universo de la memoria, y el tímido azul de las orillas de la vida se detiene en el mar que se pierde en las costas de la noche.
Es el mar una inmensa forma de agua, espacio donde los ríos (sí, Manrique, las vidas) se van quedando como reincidentes maneras de sentir lo más importante de la existencia, las preguntas que se atan y desatan en torno al origen de nuestra mirada frente al mundo.
Poemas desde la intensidad de la forma que se va resquebrajando, hundiendo en las arenas del poema, y que se transforma en postales, singularidad que reafirma la necesidad que el poeta tiene de expresar lo fijado en la realidad de lo vivido y del tiempo, espacios que sincronizan con la reticente búsqueda de lo escondido.
Los poemas del libro, en un primer momento, nos sorprenden desde la formalización física de sus versos, desde la puntuación y otros elementos ortográficos, desde la presencia semántica y organizativa de los textos, de los atrevimientos lingüísticos del poeta que nos va conduciendo por donde él precisa caminar para organizar su palabra.
Postales frente al mar (que adquiere un sentido bíblico de inmensas significaciones), lugares habitados por el dolor que en un intenso tono elegiaco van aproximándose al abismo interior, desde la presencia de la muerte como paso cercano, como precipicio desde donde se asoma asombrado para mirar el valle oscuro que esconden los recuerdos. Postales de autoafirmación ante el angustioso paso del dolor, ante una certera realidad que todo lo engendra y lo convierte en poema, en gesticulación del silencio, de lenguaje abierto a las costas lejanas de este mar que ya no es, que no podrá jamás ser de nuevo porque ha terminado de vivir en esta constelación de invisibles promesas.
El padre es objeto de reflexión dolorosa, de travesía en el espacio desde donde debe lanzarse a las aguas del mar…Postales de quietud y de angustia, de preguntas necesarias, de momentos vividos desde el pulso del dolor.
El poeta siente aquí la palabra como auxilio de vivencias profundas, y se amarra a ella, la colma de sensaciones, de pálpitos hondos, de misteriosos destellos afianzados en la belleza provocada por la vivencia personal del escritor.
Siempre en la historia de la poesía el tono elegiaco, la muerte como eje poemático, ha sido impulsor de grandes textos, de intensísimos versos en todas las literaturas y en todas las épocas.
No es fácil expresar en el dolor toda la carga poética que va escondida y que se oculta en la vivencia del escritor: la realidad puede llegar a frustrar esa necesidad expresiva, hacerla demasiado presente, efímera en su relación con el lenguaje. Pero no sucede así en la serie de postales construidas con intensidades que colman la experiencia vivida y sufrida, vista desde la efectividad estética y la plasmación poética que se nos entrega en este libro.
La muerte del padre es un continuado tema en muchos poemas de grandes autores, teniendo en cuenta que la figura del padre ha sido siempre un aspecto referencial en la vida de los seres humanos, y poéticamente se transforma en un motivo de enormes sensaciones que se dejan vislumbrar en estas postales de tan profundos ecos clásicos y a la vez tan singulares en la mirada y en la palabra del poeta.
Los diálogos cuánticos, segundo momento del poemario, suponen otra vuelta de tuerca, una observación más hacia la intimidad, hacia adentro, hacia la génesis de la palabra y de sus relaciones con la vida y con la ciencia.
Original planteamiento el que estos poemas supone, el que queda inmiscuido en el centro de su propia identidad textual.
Una de las recurrencias más frecuentes en un poeta es la convivencia con la página en blanco como punto de partida, copo territorio desde donde alcanzar lo invisible, lo oculto en las sensaciones, en el maremágnum de lo existente más allá de lo desconocido.
La poesía es siempre un diálogo fecundo con todas las fuerzas de la naturaleza, y esto lo expresa muy bien este conjunto de poemas en sus versos, en los que se articulan entorno a esa sagrada dualidad de palabra y referente.
El poeta exhibe una maestría singular en la construcción de estos textos, de tal manera que afronta la posibilidad de que la literatura beba de la memoria personal, de lo anecdótico, de lo trivial, de lo mágico y de lo especulativo, y todo ello se reafirma en una manera personalísima de afrontar la materia poética:
“Aprende a leer el océano
latente
entre las palabras
y los objetos…”
Atravesar esas aguas es la tarea primordial del poeta, salvar las distancias, allanar los caminos y florecer en esa nueva naturaleza de la vida.
Poemas-crónica de la realidad circundante, de la aproximación a lo que preocupa e inquieta, formando toda una amalgama de consideraciones reflexivas que el lector siente como propuestas abiertas al pensar y al sentir.
El humor, la ironía, el sarcasmo inteligente forman parte de este conjunto de propuestas que nos van descubriendo una poética muy personal y crítica, reflejo de una singular mirada sobre lo poético:
“Golpear el viento, herirlo a muerte
se ha transformado en mi estrategia
revolucionaria.
que estalle en mil pedazos como
las escamas
de los ojos del que lea
estos versos de aire.”
¿Es posible una mayor carga de complicidad con el lector? Una revolución tan personal y tan diferente constituye una propuesta esclarecedora que se vincula con el hecho singular y autónomo de la reescritura que debe efectuar quien se acerque a este pequeño universo de palabras y sueños.
La última parte del libro, la que va a culminar el itinerario hacia mares secretos, es un canto desnudo hacia la condena de las cárceles de la vida en nuestra más terrible proximidad, la que construye sus límites en el desnudo campo de las cosas más cotidianas y extrañas.
Feroces palabras que se dicen al oído de los que no escuchan el dolor y la muerte.
Tal solo nos quedará, como un relámpago de incertidumbre “esperar un entre paréntesis oceánico” para desandar lo falsamente vivido “y ver cómo asoma la palabra luz”. Entonces el mar será de nuevo.

Marcelo Gatica (Cauquenes, Chile, 1976), poeta y doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca, con una tesis titulada titulada: “Rodrigo Lira Canguilhem: Una propuesta poética en tiempos de desolación”. Ha publicado los poemarios Historia universal de una trenza (Santiago de Chile, 2020), El extramuro /Väljaspool-müüre (Estonia, 2018), Anclado al Pescador de Mares (2016), Crucial (con Pablo Gutiérrez, 2014), Portafolio. Poemas a Pie de Página (Con Camilo Cantillana, 2014). En Chile publicó Barios buelos: boladas boludas, de Rodrigo Lira Canguilhem (Piélago Casa Editorial, Santiago de Chile, 2016), y en Estonia Vientos del sur / Lounatuuled, antología de poesía chilena seleccionada e introducida por él, con traducción de Carolina Pihelgas, Mariliin Vassenin y Helina Aulis. Tallin, 2015). En su país también publicó el poemario colectivo Taller Literario (2001), el libro de poesía a tres manos A-Trio Poético (2003) y poemas varios en Calíope, revista de poesía (2000-2003), obteniendo el Premio de Poesía de la UMCE (2003). Ha recibido el Accésit del Premio Internacional de Poesía “Luis López Anglada” (Burgohondo, Ávila, 2008) y el primer accésit del Premio González-Warris de Poesía (Barcelona, 2012). Sus poemas se encuentran en una decena de antologías publicadas en España y Portugal.
