Poemas de

Omar Ortiz Forero: ‘Albatros’ y otros poemas enviados para XXVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos

Albatros

Frente a la ventana, el viejo marinero
Sueña las ballenas que navegan por su alma
Y que su ojo feroz no arponeó.
Su corazón es de verdad un único
Cementerio marino. No, el del poema.
El que viaja por esa pequeña ola
Que rueda lentamente por su mejilla.

De Un jardín para Milena (1992)

El Viaje

Yo sé de un pueblo de hombres que no diferencian
entre lo justo y lo injusto.
Sus asuntos los someten a la flor del chamico
-la flor roja del chamico, ya que la blanca
es usada para curar ponzoñas y venenos-.
El viejo que toma el jugo de la flor roja del chamico
lee en el corazón de los valientes las huellas del jaguar,
y observa la risa de la hiena en la palabra zalamera del canalla.
No hay un solo pesar que deje intacto el rostro de quien lo padece.
Los viejos lo saben y preparan sahumerios
para aliviar a los marcados.
No necesitan recorrer un palmo de tierra.
Sus caminos son los caminos del viento.
Parten con las lluvias de abril
y regresan a la brisa suave de primeros de agosto.
Piden carne de venado y una joven de senos duros
para reposar la travesía.
Cuando viajan a la región del cóndor,
Las muchachas paren de cuclillas en el río.

De El libro de las cosas (1995)

De algunas certezas

Los pueblos africanos
Veneran la araña como animal sagrado.
Saben que si una araña de Dahomey
Se une a la de Haití,
Una de Sierra Leona a otra de Samarcanda,
Las de Angola con las de Quibdó,
Las de Guinea con las de Bahía,
Las de Tánger con las de Nueva Orleans,
Las de Tetuán con las de Zaire,
Las de Nueva Zelanda con las de Martinica,
Y así una tras otra,
La tierra perecería envuelta en su propia transparencia,
Cómo sé, que el día que no me ames,
La araña que asola los árboles anidará en mi corazón.

De La luna en el espejo (1999)

La muchacha de San Petersburgo

Anna Ajmátova, casó con un poeta,
Nikolai Gumiliov, fusilado por orden de Yezhov,
jefe de policía y mal sujeto.
Su hijo, Lev Gumiliov, enfrentó la cárcel
y los gulags desde los veinte años.
De ella habló mal Maiakovski
antes de suicidarse, pero le perdonamos.
Anna Ajmátova, sufrió el terror.
Compuso “Réquiem” para que no olvidáramos.
Pero nuestras mujeres que ven morir a sus hijos,
sus novios, sus esposos, asesinados,
no pueden leer más que la lista diaria de los muertos,
mientras cierran las tapas de los féretros,
y de su alma.
Por eso hoy les hablo de Anna Ajmátova
para que sepan que no están solas en su congoja.

De La luna en el espejo (1999)

La barca

Yo, Zenón de Yampupata, salvador del poeta
y de su amada,
navego el mar, espuma de oveja,
trueno de Jaguar, viento del cóndor.

No sé, ni me interesa, si Odiseo es taxista en Lima
o cambista en el Cusco.
Si Marco Polo, es un santo y seña de Sendero.
Si Colón llegó antes o después de Erick el Rojo.

No he cruzado el Aqueronte, pero he caminado
nueve montañas y nueve valles
por un puñado de sal.

Mi casa está a mitad de camino entre el sol y la luna,
es hecha de la caña que llamamos, “totora”,
y pasan por allí algunos viajeros,
no todos, asustados musógrafos
que no porfían un verso o un conjuro.

Mi barca, “El Avaroa”, es la liebre,
Aquiles, la lancha voladora del hotel de turismo.
Aun así, no sé en verdad, si pierda o gane.

De El libro de las cosas (1995)

Inventario

Poseo
nidos de pájaros entre los anaqueles de mi
biblioteca y un rico tiempo que los nutre.
Una brizna de hierba que me regaló una muchacha
de ojos claros.
Con ella y con los penachos
de la última cosecha de maíz
mis aves construyen sus refugios.
Tengo también un papel que sueña ser un barco
y en él una mano desconocida escribió: te espero.
Algunos versos acompañan mis pertenencias,
pero es mejor no citarlos pues serán otros mañana.
Hay un río, como unos de los bienes por fuera del
comercio, nacido en la lustrusa cabellera de la
más joven de las hechiceras.
Además, en el marco de la ventana florece el jazmín
recordando el olor de una vieja fotografía.
Para ser preciso, mi casa del barrio
de los Salesianos sólo existe, con su mobiliario
y sus espejos,
desde el sueño donde la arena dibuja tu cuerpo.

De Cequiagrande (2011)

Pandi

Eran los años en que los sueños me habitaban.
Como el malabarista que se juega el alma
en compañía de la muchacha que se alimenta de fuego,
transitábamos mi madre y yo sobre los muertos
que en el día simulaban ser pájaros muertos.
Peregrinos de la piedra, en romería a las aguas termales,
olorosos a azufre,
topábamos los límites del inframundo,
donde reinaba el jinete sin cabeza.
Mi madre, como si nada ocurriera,
Iba señalando los nombres de los árboles:
éste es un guayacán, decía, aquel, un arrayan,
el que está junto a las grandes rocas, un guayabo,
y así uno tras otro, desfilaban ocobos, guanábanos,
gualandayes, almendros,
mientras yo recordaba el golpeteo
de los cascos sobre las losas.
Hoy cuando solo quedan guijarros calcinados,
y no existen arboledas que podamos bautizar,
la voz de mi madre dibujo en mi memoria hermosos follajes.

De Cequiagrande (2011)

OMAR ORTIZ FORERO. Si bien Omar nació en Bogotá, Colombia, en 1950, desde su infancia se ha relacionado con el Valle del Cauca por su familia paterna oriunda de Tuluá. Abogado de la Universidad de Santo Tomás, es un decidido gestor cultural y como tal ocupó la Gerencia Cultural del Valle cuando Gustavo Álvarez Gardeazábal fue gobernador de dicho departamento. Edita y dirige desde 1987 la revista de poesía “Luna Nueva” que completa 50 ediciones y 37 años de vida. Ha publicado por lo menos 13 libros de poesía de los cuales destacamos: “Las muchachas del circo”, “Diez regiones”, “Un jardín para Milena”, “El libro de las cosas”, “La luna en el espejo”, “Diario de los seres anónimos”, “Cequiagrande”, “Lista de espera” y “Pequeña historia de mi país”.  La primera edición en España del “Diario de los seres anónimos” que, ampliada y corregida, es publicada en la península por la editorial “La Mirada Malva” en 2015, y la editorial francesa L’Harmattan publica en 20019 una versión bilingüe de este mismo poemario con traducción del profesor Yves Monino.
En 2022 la editorial New York Poetry Press, lo incluye en su colección “Piedra de la locura” con la que se hace un homenaje a un poeta de lengua castellana, publicando una Antología Personal de su obra poética, y es así como aparece el libro “El árbol es un pueblo con alas” impreso y distribuido por Amazon.
Ha compilado los siguientes libros: “El yagé y otros cuentos” de Germán Cardona Cruz, “Luna Nueva, muestra de poesía Latinoamericana actual”, “Luna Nueva, once miradas a la poesía colombiana”, “Luna Nueva diez y siete miradas a la poesía colombina actual”,  “Luna Nueva diez y nueve miradas a la poesía colombiana”,  “Vivir la poesía, poetas en la UCEVA” y “Contar en Tuluá, narradores en la UCEVA”.
Ha sido incluido en varias antologías de poesía tanto nacionales como internacionales.
La Universidad de Antioquia le concedió en 1995 el Premio Nacional de Poesía por su poemario “El libro de las cosas” y la Alcaldía de Tuluá lo condecoró en 1997 con la medalla al Mérito Cultural “Germán Cardona Cruz”.
En 2022 la Gobernación del Valle, por medio de su Secretaría de Cultura le otorga el premio “Reconocimiento a su obra y vida” en la modalidad de literatura, por su actividad como director y editor de la revista de poesía “Luna Nueva”, fundada en 1987 y hoy vigente, a más de su labor personal con once libros de poesía publicados en el curso de 42 años de vida.
Actualmente es profesor de tiempo completo de la Universidad Central del Valle de Tuluá y como es director del Centro Cultural “Gustavo Álvarez Gardeazábal”. Y dirige el Festival Internacional de Poesía de Cali.




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