Vengo de un país sin ejército y en tiempos revueltos creo en la poesía como arma para la paz. Cuando recibí la noticia de este premio en la dulce y firme voz de Pilar Fernández Labrador, y luego la misma noticia en una llamada de Alfredo Pérez Alencart, lloré de emoción y comprendí que estaba cosechando sueños más altos de los que imaginé. Consciente de que el jurado pudo elegir otro libro de alta calidad, agradezco a cada uno de ellos que se ocuparan de leer mi trabajo, y que de alguna forma pudieran elegir este libro, fruto de un oficio largamente cultivado con esmero, y sin ninguna pretensión más que la de transmitir en el lenguaje poético reflexiones que toquen y muevan a otros seres humanos, a los lectores, sin los que el texto nunca estaría completo.
En este oficio solitario me acompañan amigas y amigos poetas, mi esposo, mi hija, mi familia, dándome ánimo y espacio para el ejercicio creativo desde mi habitación propia, como la nombrara Virginia Wolf.
La poesía es un oficio de almas afines, de honestidades en las que nos vamos reconociendo, y eso solo es posible en espacios como el de este encuentro que nos hermana. Coterráneos del país sin fronteras de la literatura, mi infinita lluvia de gratitudes, mi sincero abrazo para todas y todos esta noche que llevaré grabada muy dentro.
Les comparto unos textos de este libro tan bellamente editado, de estas páginas que brillan en mis manos esta noche, en las que convergen la pintura de Miguel Elías, las palabras de Carlos Aganzo, y las 25 traducciones a distintos idiomas, bajo la cuidadosa dirección de Alfredo Pérez Alencart, concierto de personas que admiro para este resultado final en forma de libro.
Cuatro poemas de ‘Atrapanieblas’
LIENZO EN BLANCO
Calcular los arrepentimientos sobre el blanco,
mojar el pincel con aire para pintar aire
con mar para pintar la mar (igual que Plasson).
Calcular la huella que no es visible.
Tal vez somos imposibilidad de la certeza
o es el instinto salvaje y poderoso
que emborrona el agua.
Gotea niebla en el lienzo que es la piel.
Pentimento en la grisalla y el empaste
vuelta a la hoja
tratar de recuperar el blanco
como si se pudiera.
Que el pincel mojado de niebla,
vocalice el color que se lleva en los dedos.
DIATRIBA DE LAS ALAS
“Pies para qué los quiero si tengo alas para volar”
Frida Khalo
Eso de las alas es una mentira.
Hurgando las escápulas no hay rastro de ellas.
Nada más pedestre que la anatomía de los pies, el protuberante calcáneo,
el tarso y el metatarso en concavidad compensatoria a la fuerza de gravedad.
Nada más pedestre que los brazos, tan articulados como las piernas.
Conocen ambos las texturas del suelo.
Los brazos saben desplegarse para evitar un choque a tierra
con la cabeza en picada.
Eso de las alas es un sueño disminuido,
porque cuando se vuela en los sueños basta con remontar el aire,
nunca hay tiempo para encaramarse un par de alas plumarias,
ni siquiera a la hora de morir
como sea que muera alguien,
nadie vuela mientras el cuerpo se disipa.
Las alas son un lugar común
metáfora de Ícaro y Dédalo, en escapada.
Es una moda del siglo XXI
las fotografías con alas inundan pantallas y spots comerciales.
Vuelvo a las escápulas y su escarpada geografía:
si algo pudo articularse ahí –además del húmero y la clavícula–
es un dibujo de huracanes por desatarse.
EQUILIBRIO
Saber caminar como funambulista
pero con una mano en el pecho
–como el Caballero del Greco–
donde mi propia mano me sostiene con sus múltiplos
en la centrífuga corriente de los días.
En la orilla de una misma
saber caminar aún sin estar muy segura,
enterarse después de que fue bueno
aunque se tambaleen las piernas.
Todo está en las orillas que no existen sin el centro del latido
que son médula y espiral.
Saber caminar no es algo sencillo
y es lo más suave y simple que existe
en la cuerda floja
dejándose caer
por virtud del corazón que gotea latidos.
LA CASA
Cuando una mujer se pierde en su propia casa es por causas mayores
como cambios de tiempo espacio
sonambulismo
desasosiego en el cuerpo
hambre de gata y techo para saltar.
Cuando una mujer se fragmenta, los libros salen disparados
porque no han podido leerse en su voz delgada
y amenaza todo el entorno con volar
en el vendaval de febrero.
Si se pierde en el ajedrez de las losas desiguales
es porque presiente la muerte por el fuego en Chile y Canadá,
y los cielos desmembrados del destierro en la frontera.
Es porque ella y su casa lloran
e intenta ser su propia casa mientras camina en ella
porque otros están a la intemperie
y ese llanto le quema.
Cuando una mujer se pierde en su propia casa
solo le queda el lecho de su órgano cardíaco
que no es poco
sino toda su casa.
Nidia Marina González Vásquez (1964), profesora Catedrática de la Universidad de Costa Rica, artista plástica y poeta. Su trabajo literario forma parte de antologías como : “Voces tatuadas”, crónica de la poesía costarricense 1970-2004), “Poesía del Encuentro”, “Mujeres poetas en el País de las Nubes”, (México 2008), “Sostener la palabra” antología de poesía costarricense contemporánea 2007, “Al hidalgo poeta” XIX Encuentro de poetas Iberoamericanos en Salamanca, España, “No Resignación”, Salamanca 2016, “Las costuras del sueño”, 15 poetas costarricenses contemporáneos, 2020, “Women Poets of Costa Rica / Mujeres poetas de Costa Rica, 1980- 2020, Bilingual Anthology / Antología bilingüe” y “Mujeres al centro”. Relatos y ficciones de escritoras centroamericanas, 2020, “Ni miel ni hojuelas: Escribir desde la feminidad” Yadira Calvo, ECR, 2021.
Ha publicado los libros: «Cuando nace el Grito» 1985, “Brújula extendida”, 2013, “Seres apócrifos” 2015, “Objetos perdidos” 2015 “Bitácora de escritorio y otros viajes” 2016, “La estática del fuego” 2019. “Zurda” (Nueva York Poetry Press 2022) ganador de medalla de plata en Latin American Book Award, y “Anamnesis”, libro ganador del Primer premio Latinoamericano de poesía Marta Eugenia Marín 2022.Los libros con sello EUNED ganaron el concurso de selección anual para su publicación en los años respectivos. Además, publica en narrativa “Árbol de papel” Editorial Poiesis 2020. En el año 2021 es la dedicada de la primera edición del premio “Corina Rodríguez” de la Universidad de Costa Rica. Mención de honor en el concurso Lisímaco Chavarría 2003, en “La porte des poetes”, Francia 2003. Ganadora del II Premio internacional Corina Rodríguez 2024, con el libro inédito “Autofagia”. En el mes de julio 2024 publicará “Agua y barro” con la editorial Perro Azul.
Foto de cabecera tomada por Luis Aguiar