Y DIGO QUE REGRESO
Siempre regreso al mismo sitio
las dos mecedoras
el humo denso de tabaco virgen
las dos abuelas
y en el centro aquel aparato
de inmenso valor para nosotros
la radio
Carcaza color marrón
sobre una mesita
con un mantelito blanco
tejido esmeradamente
por la madre de mi abuela
Marco de pobreza
en donde lo poco de valor
era lo mucho para nosotros
y en medio de la nada y de lo mucho
aquella radio
Vehículo de novelas nocturnales
en donde el silencio matriarcal
dejaba correr la imaginación
luego de arduas horas de trabajo
Mi abuela materna y su madre
las dos viejas
alimentando con sus estampas
de oro y candilejas
la incipiente vida de un poeta en flor
mi vida
Oh Nikola
oh Tesla
gracias por llenar
esos espacios de infortunio
con atesoradas horas
de ensoñación
aunque fueran ráfagas
de artificiales fantasías
Y regreso allí
a esos placenteros instantes
las dos mecedoras
el humo denso de tabaco virgen
las dos abuelas
y en el centro aquel aparato
de inmenso valor para nosotros
la radio
A UNA DAMA VESTIDA DE ROJO
Esa primavera
en tu traje rojo
lleva el paisaje
encendido de las más hermosas flores
el fulgor, la luz
tus manos revoloteando
en el paraíso ajeno
prohibido a mi furtiva mirada
Y talvez tus palabras sean
poemas marchitos
en tiempos de hojarasca seca
o vivo sonido de una canción lejana
al compás de placentero mar
Tu voz
tu voz
no lo se
no conozco tu voz
solo la iluminación distante
de tu bella imagen
dentro de un vestido rojo

SIN LA PAZ
Tus pies sin la paz, paren fuego
guitarras de truncas cuerdas
para devorar caminos
la afonía en vano ata
enigmas detrás de los gusanos;
y un gemir de letras cual peces de desierto
sucumben lastimadas
al secar metáforas abstractas
Ratas mordisqueando
la huérfana serenidad
que arropa al miedo
y aún no nace el verso, ni la marchita flor
ni la mañana
Son simples ayes el clamor de la batalla
heridas cruces rotas
de perdidas naves
en puertos de adoloridas almas
Sin el camino hacia la paz
cuando germinan hoyos en curtidas pieles
en donde gorgorea la sangre fugitiva
de la feroz desunión de la vida
¿Quién puede asirse a los relojes
mientras es azotado por la muerte?
Sin la paz, que mudo se estanca el firmamento
SOBRE EL CREPÚSCULO DE LA LLUVIA
Ya no estás a la hora
de los utensilios en la mesa
del poutine
de la carne con sabor
a especies
del spaghetti a la boloñesa
con el especial aderezo
que a nadie confesabas
La tarde se cristaliza de hambre sin apetito
los pájaros cesan de cantar
habituales jeroglíficos
sobre los hilos
del tendido eléctrico
y se atrinchera el sopor
con televisores suprimidos
y hamacas de anestesiados balanceos
Puede que llueva
pues el cielo está nublado
pero ya no estás a la hora de la lluvia
puede que llueva
pero para lo que importa
A lavar de nuevo
no recogí
la olvidada ropa
en el tendal
quizás hoy se moje
y mañana
posiblemente
también
pero para lo que importa

LOS DOS ABUELOS VIEJOS
El abuelo dormita
pero hace ver que lee
los anteojos a media nariz
y los pelos de las orejas
moviéndose a sus anchas
al vaivén del abanico viejo
tan viejo como el abuelo viejo
La abuela acaricia los trastes sucios
la espuma del jabón se desliza
haciendo mil globitos tornasoles
sobre la arrugada piel
de la vieja abuela vieja
Y la lluvia se deja caer
y nosotros presurosos
le rogamos a la abuela
¿podemos bañarnos en el aguacero?
pídanle permiso a su abuelo
contesta y sigue lavando
los engrasados platos
sucios
Y vamos donde nuestro viejo abuelo viejo
y solícitos le preguntamos
¿abuelo, podemos bañarnos con el aguacero???
primero pídanle permiso a su abuela
contesta acomodándose las gafas viejas
Entonces, volviendo donde la abuela
insistimos nuevamente
abuela dice el abuelo que nos des permiso
¿para qué? pregunta
pues para bañarnos en el aguacero
contestamos
Y entonces la vieja abuela para,
huele el ambiente,
medita un segundo
y mirando hacia afuera contesta
mejor que no,
mojarse con estos aguaceros
es de seguro pescar un resfriado nuevo
Marcos Wever Araúz (Panamá, 1946), Licenciado en Comunicación Social por la Universidad de Panamá y Magister en Educación por la Lousville University (Kentuky, U.S.A.). Ha ejercido por más de 30 años la carrera de Relaciones Públicas en diversas instituciones panameñas. Catedrático universitario en Periodismo y Recursos Humanos siendo además escritor, poeta y artista plástico con buen número de premios obtenidos en estas ramas tanto en Panamá como en el ámbito internacional. Ha publicado ‘Paraíso de madera’, ‘Cara a cara’ y ‘Anatomía de un pensamiento a través de un cristal roto’. Pertenece a la Red Mundial de Artistas, al Directorio de Escritores Vivos de la República de Panamá y a la Antología Mundial Poetas del Siglo XXI.









One thought on “Marcos Wever Araúz: “Y digo que regreso” y otros poemas. Doce pinturas suyas”
marcos wever araúz 24/11/2024 at 2:02 am
Muchas gracias por este gran honor en cuanto a publicar parte de mi cosecha artística. Gracias Tiberiades, gracias infinitas maestro Alfredo Pérez Alencart